BRINDANDO SOBRE LOS ESCOMBROS

LA CENSURA QUE DERRIBÓ UN CANAL

LA CENSURA QUE DERRIBÓ UN CANAL

El primer programa de la dirección de noticias del canal de cable ALEF NETWORK fue emitido en 1995,  días antes del primer aniversari...

viernes, 27 de febrero de 2015

CUANDO LA DAIA OPERABA CON ELIASCHEV

Ahora que el juez Daniel Rafecas desmenuzó y trituró por falta de pruebas y de mínima seriedad la nota del periodista Pepe Eliaschev en el diario "Perfil" -que tomara como fundamento el fiscal Nisman para su denuncia contra la presidenta y su canciller-  reproduzco de "Brindando sobre los Escombros" (2012),  un fragmento que en aquél momento puso en contexto la "denuncia periodística" de Eliaschev,  el mejor vocero que haya tenido la DAIA.    Para leer el análisis de Rafecas sobre el "aporte" de Eliaschev,  ver el post anterior.


La difusión de cables diplomáticos por Wikileaks dejó en evidencia años después las subsiguientes gestiones del asesor de DAIA Neuburger con la embajada de Estados Unidos para intentar frenar la investigación del encubrimiento.
Este episodio comenzó con la publicación en tapa de la edición dominical del diario Página/12 del 27 de febrero de 2011 de un cable de la embajada norteamericana emitido el 22 de marzo de 2008, obtenido por Wikileaks.  El cable señalaba que funcionarios norteamericanos habían “recomendado” en numerosas oportunidades al fiscal Alberto Nisman que se concentrara en investigar a los perpetradores del atentado a la AMIA y que no lo hiciera respecto de los que cometieron irregularidades en la investigación,  es decir Menem, Galeano, Anzorreguy y Palacios entre otros.   El pedido de detención de esos y otros involucrados en el encubrimiento, presentado por el fiscal el 22 de mayo de 2008,  motivó al día siguiente un encuentro reservado entre el operador político de la DAIA, Alfredo Neuburger, y miembros de la embajada de Estados Unidos.  Según el cable de Wikileaks,  Neuburger les dijo a los funcionarios que el pedido de procesamiento a Menem y otros por el encubrimiento era en realidad un intento del gobierno kirchnerista de sacar de la tapa de los diarios el conflicto con el campo y la inflación,  y transmitió a sus interlocutores en la embajada que la dirigencia de la DAIA estaba sumamente preocupada por que la causa AMIA fuera nuevamente usada para dirimir cuestiones domésticas. La Embajada encuadró estas expresiones como la “visión de la comunidad judía”.  
La escandalosa difusión por Página/12 a fines de febrero de 2011 de los cables que ubicaban a Neuburger en marzo de 2008 en tareas de “esclarecimiento” en la embajada norteamericana, tendría entonces su respuesta no menos resonante a través de una fuerte denuncia del periodista “Pepe” Eliaschev en el diario Perfil del 26 de marzo de 2011,  bajo el categórico título “Argentina negocia con Irán dejar de lado la investigación de los atentados”,  y la volanta de aclaración: “a cambio de mejorar las relaciones comerciales”.  El periodista citó en forma imprecisa un presunto documento “clasificado” entregado por el ministro de Relaciones Exteriores de la República Islámica de Irán, Alí Akbar Salehi, al presidente Mahmud Ahmadineyad,  infiriendo que el supuesto acuerdo fue negociado por el Canciller argentino Timerman con intermediación siria dos meses antes,  en la visita de Timerman a Siria los días 23 y 24 de enero de 2011.    “Según las conclusiones de la inteligencia iraní, que hace suyas la cancillería de Teherán, el gobierno argentino habría renunciado a llevar ante la justicia al actual ministro de Defensa, Ahmad Vahidi, y otros funcionarios iraníes sospechados de complicidad en esos episodios terroristas”,  sostuvo Eliaschev,  quien no olvidó referirse a “la sorprendente sentencia exculpatoria de la conexión local emitida por el Tribunal Oral Federal Número 3”,  por la cual los jueces desnudaron las vergonzosas actividades de destrucción de pruebas y de sembrado de evidencias falsas.    El artículo publicado en Perfil  asignó total veracidad al misterioso “documento clasificado” y dio por buenos dislates jurídicos tales como que  “el informe que ha trascendido sostiene que para la inteligencia iraní ya es un hecho que, incluso si una tercera parte demandara secretamente la extradición de Vahidi, la Argentina lo rechazaría”,  o que el gobierno en privado habría conferido “un indulto”,  figura inaplicable a personas aún no condenadas.   La nota generó escándalo,  a pocos días del programado viaje de Timerman a Israel en visita oficial,  la cual  -se dijo-  quedaba en duda a partir de la noticia sobre el presunto  “pacto”.    El viaje se concretó tal como estaba previsto.  No obstante,  fuera del tono distorsionado de la denuncia periodística,  lo cierto es que los meses siguientes mostrarían un cambio en el planteamiento público del litigio con Irán desde la reunión de Asamblea General de la ONU del 24 de setiembre de 2011.   Dos meses antes se conoció una carta del gobierno iraní,  en la cual éste ofrecía abrir un canal de diálogo para “colaborar” con el esclarecimiento de la “acción criminal”,  que negaban de plano hubiera sido cometida por súbditos de la República Islámica de Irán.  Cristina Kirchner sostuvo en su discurso que “el mensaje recibido de Irán, si bien significa un cambio de actitud del gobierno, no constituye en sí mismo una satisfacción a nuestros reclamos que son los de justicia. Sin embargo, se trata de un ofrecimiento de diálogo que la Argentina no puede ni debe rechazar”.  Pero aclaró “que ese diálogo debe ser constructivo, que debe ser un diálogo sincero y que debe tener resultados para poder ser creíble y no ser entendido como una maniobra dilatoria o distractiva”.    Asimismo,  le indicó al embajador argentino ante Naciones Unidas Jorge Argüello que debía permanecer en el recinto mientras Ahmanidejad hablara,  a diferencia de lo actuado años anteriores.   Así lo hizo,  ante la retirada de gran cantidad de delegaciones que se marchaban antes de escuchar los habituales improperios del líder iraní sobre el Holocausto, los muertos en las Torres Gemelas,  y las conspiraciones de Satán.  En medios políticos y periodísticos argentinos quedó planteado el debate acerca de la legitimidad de entablar negociaciones con un país como Irán,  cuyo ministro de Defensa se encuentra acusado de orquestar un ataque terrorista en suelo argentino.   La discusión ya había asomado un año atrás,  cuando el gobierno argentino mencionó la posibilidad de un juicio en un tercer país,  con jueces y normas procesales a coordinar,  al estilo del caso “Lockerbie”[1],  y como modo de desparalizar un proceso judicial que no encuentra el modo de avanzar.  
El periodista del diario Perfil sostiene que todo esto no es más que la confirmación de sus denuncias.  Eliaschev es la pluma más relevante con que han contado tanto Beraja como la DAIA.  Ha sido por años el principal asesor en materia de prensa y difusión de la entidad,  y colaboró en la organización de varios de sus actos.  Cuando Beraja cayó preso,  en una carta publicada en  La Nación el 8 de febrero de 2004 señaló que “muchos que de él recibieron apoyo y confort, hoy se callan la boca. Yo no”.  Al cumplirse 13 años del atentado a la AMIA escribió en Perfil que “seguimos entretenidos con los 400.000 pesos pagados a un informante, mientras que los terroristas ya deben tener nietos. Mucha gente se engaña, e incluso hasta los propios familiares de las víctimas de la AMIA parecen confundidos. Renunciar a la centralidad del hecho, para entretenerse con complicidades en todo caso menores y –además– nunca probadas, es la mejor manera de condenar a esos 85 crímenes a la impunidad más absoluta, consecuencia directa de ilusionarse con promesas del oportunismo político gobernante.”   Como si no se pudieran hacer dos cosas a la vez,  investigar el encubrimiento sería “renunciar a la centralidad del hecho”.  
En el mismo diario Perfil tuvo lugar una soterrada polémica que dejó fuera del periódico a la periodista Miriam Lewin.  Eliaschev,  quien compartía las contratapas del suplemento El Observador con Lewin,  había escrito una nota titulada “Ser Beraja”,  criticando la indebida prolongación de la detención del ex dirigente,  que no se encontraba condenado por la justicia.    Días después, el 15 de octubre de 2005, murieron 33 presos en un incendio en el Penal de Magdalena -casi todos procesados sin condena- ,  ante lo cual Lewin escribió una nota que tituló “Ser Preso”, donde decía que en este país había presos de dos categorías: los que estaban en instalaciones preferenciales en Av. Figueroa Alcorta, al lado de María Julia, que tenían acceso a los mejores abogados, a los columnistas de los medios, a la televisión. Y los otros, los pobres, los invisibles, los que eran tachados de violentos cuando se rebelaban por las condiciones inhumanas en las que vivían, que eran los 33 jóvenes muertos en Magdalena. Días después de la publicación de la nota de Lewin, que no mencionaba expresamente a Beraja,  la animadversión creada en el periódico contra la periodista determinó que se le comunicara que dejaba de colaborar con el medio.   
El 24 de setiembre de 2006,  tras un primer procesamiento a los partícipes del encubrimiento  (ratificado luego por la Cámara de Apelaciones),  Eliaschev escribió en Perfil,  en idéntica línea argumental a la sustentada por la DAIA:   “la indómita Justicia argentina ratifica, en la persona del juez Ariel O. Lijo, que no le teme al ridículo.  De modo que ha procesado a la DAIA, un cuerpo colegiado que a través de su presidente de aquel entonces, 1994, resulta imputado de situaciones que ahora son mencionadas como ´delictivas´ ”.   Sostuvo entonces,  “conclusión primera: se transforman las víctimas en victimarios”.   El cierre del artículo revela en qué momento considera el periodista que comienzan los males de sus defendidos: desde el mismo día de la asunción de Kirchner.  “El curso seguido por todo el caso AMIA desde el 25 de mayo de 2003 conduce inexorablemente a la condena de la dirigencia judía como la principal responsable del atentado de 1994. Creer o reventar: así están las cosas.”  En realidad,  nadie en su sano juicio acusa a la dirigencia judía por el atentado, sino por aceptar el desvío de las investigaciones,  orquestado para dejar fuera de la pesquisa a sospechosos del entorno sirio de Menem, así como la connivencia previa con la red iraní de tráfico de armas y explosivos. Todo lo cual llevó a borrar las principales evidencias de la actuación local y de la perpetración en sí,  indispensables en cualquier país serio para arribar a una condena criminal por tribunales de justicia.  No son responsables del atentado.  Sí son cómplices de la impunidad subsiguiente.
("Brindando sobre los Escombros",  ed. Sudamericana, 2012,  págs. 230/35)



[1] Ver capítulo siguiente,  “AMIA y Lockerbie”.

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