BRINDANDO SOBRE LOS ESCOMBROS

LA CENSURA QUE DERRIBÓ UN CANAL

LA CENSURA QUE DERRIBÓ UN CANAL

El primer programa de la dirección de noticias del canal de cable ALEF NETWORK fue emitido en 1995,  días antes del primer aniversari...

lunes, 9 de febrero de 2015

AMIA Y LOCKERBIE

"AMIA Y LOCKERBIE" es el título del capítulo 5 de "Brindando sobre los Escombros". En Página 12 de hoy se publica una extensa entrevista Jim Swire, el referente de los familiares ingleses de las víctimas de un atentado cuyo encubrimiento sirvió de modelo para el desvío de la causa AMIA. En la introducción del capítulo 5 de "Brindando", íntegramente dedicado al tema, dijimos:
"Explosión. Masacre. Pistas falsas, que ocultan la participación conjunta sirio-iraní. El papel del traficante Al Kassar, intocable por sus negocios con el poder. Una agrupación de familiares de víctimas reclama y denuncia el encubrimiento y un juicio “armado”. Y dice que desde el gobierno se quiere cerrar el demorado proceso con la condena a un par de personajes menores.
El párrafo precedente no alude a la causa AMIA, sino al juicio que se desarrolló en Holanda con relación al atentado que el 21 de diciembre de 1988 derribó un avión de Pan Am sobre la localidad de Lockerbie, Escocia, matando a 270 personas. Los enormes esfuerzos en desviar la investigación -llamativamente coincidentes en ambos procesos- emparentan los juicios de las matanzas de Lockerbie y de AMIA de un modo asombroso, y por motivos muy similares".
A continuación, la entrevista de Página 12

JIM SWIRE, FAMILIAR DE LOCKERBIE


Por Marcelo Justo
/fotos/20150209/notas/na17fo01.jpg
Página/12 En Gran Bretaña
Desde Londres El 21 de diciembre de 1998, el vuelo 103 de Pan Am con destino a Detroit, Estados Unidos, explotó en el aire sobre la localidad de Lockerbie, Escocia, con un saldo de 243 pasajeros (entre los cuales había dos argentinos), 16 tripulantes y 11 personas en tierra muertas. Un cuarto de siglo más tarde los familiares británicos de las víctimas no encontraron justicia. En los primeros dos años, la teoría oficial estadounidense y británica apuntó a un grupo terrorista sirio vinculado a Irán, pero en 1990, con el nuevo escenario internacional creado por la invasión iraquí de Kuwait, esta hipótesis fue reemplazada por la pista libia. Unos diez meses después de la guerra del Golfo, en noviembre de 1991, se cursaron órdenes internacionales de arresto contra dos ciudadanos libios. Muammar Khadafi siempre negó una participación libia en el atentado, pero la presión internacional lo obligó a negociar la entrega de los dos acusados para un juicio bajo la legislación escocesa, pero en un territorio neutral, Holanda. El juicio comenzó en 2000, casi doce años después del atentado, duró ocho meses, halló culpable a Abdelbaset al Megrahi y exoneró al segundo acusado libio, Lamin Khalifah Fhimah. Según uno de los observadores de Naciones Unidas, Hans Köchler, se trató de una “terrible injusticia” que condenaba a un inocente por motivos políticos. El representante de los familiares británicos, el doctor Jim Swire, llegó a la misma conclusión. Hoy, la Comisión Escocesa para la Revisión de Casos Criminales está considerando una apelación que tiene un rasgo inédito: está patrocinada conjuntamente por los familiares británicos de las víctimas y los de Al Megrahi, único condenado por los hechos.
–Usted perdió a su hija, Flora, de 23 años, en el atentado, pero ahora está apelando el fallo de la Justicia escocesa. ¿Por qué? –Después de 26 años de investigación para sacar a luz los hechos y descartar toda la basura informativa que se nos dio, estoy convencido de que ha existido un gigantesco encubrimiento. Un primer capítulo de esta historia ocurre en Alemania unos dos meses antes del atentado, en octubre de 1988. Después de una operación de Inteligencia, la policía alemana detuvo a una célula de un grupo sirio, el Frente para la Liberación de Palestina (FLP), que estaba manufacturando bombas específicamente diseñadas para atentados contra aviones. Este tipo de bombas tiene un dispositivo que reacciona a la presión atmosférica a medida que el avión gana altura. El dispositivo toma unos siete minutos en registrar el cambio de presión atmosférica por el despegue del avión. Una vez que se detecta este cambio de presión atmosférica se activa el mecanismo que la hace explotar en 30 minutos. El avión partió de Londres y explotó a los 38 minutos de despegar del aeropuerto de Heathrow: exactamente el tiempo que tarda este tipo de bomba en activarse.
–En el juicio que se llevó a cabo en Holanda bajo legislación escocesa, ¿no se examinaron estas pruebas? –Hay pruebas cruciales que la corte no examinó porque no le fueron suministradas o lo hizo sólo superficialmente porque la información con la que contaban era fundamentalmente la que suministraron los Servicios de Inteligencia de Estados Unidos y del Reino Unido, es decir, la CIA y el MI6, y la policía escocesa. Otro hecho crucial que no figuró en el juicio es que previo al despegue del avión en el aeropuerto de Heathrow se había forzado la entrada del lugar donde se almacenaba el equipaje del vuelo Pan Am 103. La fiscalía tenía esta información, pero no se la pasó a la defensa. Otro dato que no fue presentado es que uno de los miembros del FLP arrestados por la policía alemana tenía una cuenta bancaria en Damasco en la que habían ingresado varios millones de dólares depositados por Irán. Es una información que se ajusta al motivo político detrás del atentado porque unos seis meses antes Estados Unidos había derribado, en mi opinión por error, un avión de pasajeros iraní con 290 pasajeros a bordo. Irán tenía una relación fluida con el FLP sirio que, a nuestro juicio, fue el encargado de ejecutar el atentado en venganza por lo ocurrido con el avión iraní.
–Curiosamente, la teoría sirio-iraní fue la que circuló en la prensa estadounidense y británica durante más de un año. Los medios se nutrían de la información que les pasaban los servicios secretos de Inteligencia. Pero de pronto esta teoría fue abandonada y los medios empezaron a concentrarse en la pista siria. ¿Qué pasó? –Las condiciones políticas cambiaron radicalmente entre el atentado y 1991. Hay dos razones para entender este cambio. Cuando Irak invade Kuwait, Estados Unidos necesita para su coalición internacional a países árabes y precisa que Siria e Irán sean cuanto menos neutrales. Si ambos países hubieran decidido aliarse para combatir contra la coalición liderada por Estados Unidos, el resultado de la guerra podría haber sido diferente. Al mismo tiempo era imposible aliarse con ellos si eran los principales sospechosos del atentado de un avión en el que habían muerto tantos estadounidenses. Esta puede haber sido la razón por la que se buscó responsabilizar a Libia. La otra razón son los rehenes estadounidenses. Una de las promesas de los candidatos a las elecciones presidenciales en Estados Unidos era la liberación de los rehenes que tenía Hezbolá, un grupo aliado a Irán. Unas semanas después de que se acusara a los libios, Hezbolá comenzó a liberar rehenes estadounidenses. Lamentablemente no tenemos acceso a la información confidencial de los servicios secretos, razón por la cual en este momento sólo podemos especular al respecto.
–¿En qué se basaron los jueces para condenar a Al Megrahi? –La fiscalía argumentó que la valija que supuestamente contenía la bomba fue despachada en un vuelo que conectaba Malta con Frankfurt y fue de ahí transferida al vuelo de Pan Am de Frankfurt a Londres, antes de ser cargada en el vuelo 103 que partió de Heathrow y explotó en Lockerbie. El primer problema de la fiscalía es que no tenía pruebas de que Megrahi hubiera despachado esta valija en el vuelo que conectaba Malta con Frankfurt. Lo que tenía era ropa que había sido adquirida en Malta y que pensaban que estaba en esta valija. De modo que buscaron probar que Megrahi había adquirido esa ropa. Una de las cosas más extrañas sobre el argumento de la fiscalía es que se supone que Megrahi viajó de Libia a Malta el mismo día en que se despachó la valija a Frankfurt y que en Malta fue al hotel al que iba siempre, es decir, un lugar en el que iba a ser reconocido, algo que francamente no es la conducta de un terrorista profesional. La realidad es que estaba en Malta porque iba a encontrarse con su amante en el hotel en el que solían verse. No tenía ninguna razón para cambiar el lugar. Según la fiscalía, Megrahi había comprado esta ropa de un negocio en Malta de los hermanos Gauci, que sabemos ahora que eran conscientes que de su testimonio dependía que pudieran recibir entre dos y cuatro millones de dólares de recompensa del Departamento de Justicia. Normalmente la Justicia escocesa descarta un testimonio cuando un testigo puede obtener un beneficio de éste, pero la corte no tenía esta información a mano. Los hermanos Gauci cambiaron muchas veces su testimonio y cuando se hizo una ronda de reconocimiento policial se supo luego que se les había mostrado una foto reciente de Megrahi para que pudieran reconocerlo. Los hermanos Gauci cobraron la recompensa del Departamento de Justicia estadounidense, pero el fallo de la corte tenía tantos agujeros que la Comisión de la Casos Criminales de Escocia decidió que había seis errores judiciales que ameritaban una apelación para evitar una injusticia con la condena de un inocente.
–Estamos hablando de un deliberado intento de interferir en las pruebas. –Exactamente. Esto sucedió de varias maneras. Hubo interferencia y manipulación de las pruebas recogidas por la policía escocesa en el lugar del hecho, pero también se limitó la información que se daba a la corte como, por ejemplo, con el caso de la forzadura de la puerta del lugar de almacenamiento de equipaje en Heathrow. Según la ley escocesa, la corte tiene que tener todas las pruebas que hay sobre un caso. Pero esto no ocurrió porque muchas de esas pruebas no fueron presentadas. No estoy criticando a los jueces, aunque pienso que podrían haber estado más alertas a la posibilidad de que hubiera una distorsión de la causa. Critico sí el hecho de que muchas pruebas no fueron aireadas ante la corte y que los datos que se tomaron en cuenta fueron los que habían suministrado los servicios secretos de Estados Unidos, del Reino Unido y de la policía escocesa.
–El atentado dividió a las familias estadounidenses de las británicas. Mientras las de Estados Unidos aceptaron el fallo, los británicos no. ¿Cómo explica esta división? –Creo que en parte se debe a razones culturales. Mi experiencia es que los estadounidenses están mucho más inclinados a creer lo que les dicen las autoridades. De hecho, los familiares tienen como presidente de la asociación de familiares a un abogado. Su sueldo lo paga el Departamento de Justicia de Estados Unidos. En nuestro país jamás aceptaríamos que nuestra actividad fuera financiada por el mismo establishment porque creemos que esto podría comprometer nuestra independencia. En todo momento el presidente de los familiares estadounidenses se ha dedicado a ningunear y basurear cualquier interpretación que no sea la oficial del gobierno estadounidense. Esta es una razón más por la que es fundamental que haya un nuevo juicio en este caso.
–La apelación que pidió la Comisión de la Casos Criminales de Escocia fue abandonada a pedido del mismo Al Megrahi, enfermo terminal de cáncer, que quería volver a Libia para morir en su país. Pero ahora hay en curso una nueva apelación. –Necesitamos que todas las pruebas sean examinadas de manera calma y ecuánime por una Corte. El viernes 23 de enero tuvimos una reunión porque lo que queremos hacer es, junto a la familia de Megrahi, demandar que se revoque la condena. No se trata de poder decir que teníamos razón en lo que hemos sostenido durante tanto tiempo. Es mucho más serio que eso. Al condenar a un inocente se está dejando libres a los reales culpables.
–En estos 26 años usted ha tenido una experiencia de primera mano de los servicios secretos. ¿Qué piensa de estos servicios a la luz de lo sucedido? –La investigación criminal que se debió hacer de Lockerbie nunca se realizó apropiadamente debido a esta interferencia de los servicios. Esto empezó el mismo día del atentado. Ese día el lugar estuvo inundado de agentes estadounidenses que con la connivencia de la policía escocesa sacaron del lugar pruebas vitales sin que se les preguntara por qué lo hacían. Una de las cosas más asombrosas es que se les permitió llevarse una valija que pertenecía a un agente de la CIA, el mayor Charles McKee. El había estado en el Líbano intentando negociar un rescate de los rehenes estadounidenses. A partir de allí hubo una sistemática interferencia y distorsión de las pruebas.
–A 26 años de los hechos no es fácil mantener la esperanza. ¿Cree que va a haber justicia? –Creo que hay una buena posibilidad de que se vuelvan a analizar judicialmente las pruebas que tenemos. Estoy seguro de que si la corte ve estas pruebas revocarán el veredicto previo. Lo que no sé es si estaré vivo para verlo. Creo que hemos probado que el argumento legal de la fiscalía es inválido.
–En la Argentina hubo un atentado en 1994 contra una mutual judía, la AMIA. No ha habido progresos ni justicia en esta causa. ¿Qué les diría a los familiares de las víctimas del atentado de la AMIA? –No conozco el caso a fondo, pero les diría que sigan adelante, que no cejen en la búsqueda de la verdad y que tengan en cuenta que los servicios secretos no se caracterizan por su búsqueda de la verdad, sino por usar el material que se adapta a los intereses de un gobierno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario