Ahora que el juez Daniel Rafecas desmenuzó y trituró por falta de pruebas y de mínima seriedad la nota del periodista Pepe Eliaschev en el diario "Perfil" -que tomara como fundamento el fiscal Nisman para su denuncia contra la presidenta y su canciller- reproduzco de "Brindando sobre los Escombros" (2012), un fragmento que en aquél momento puso en contexto la "denuncia periodística" de Eliaschev, el mejor vocero que haya tenido la DAIA. Para leer el análisis de Rafecas sobre el "aporte" de Eliaschev, ver el post anterior.
La difusión de
cables diplomáticos por Wikileaks
dejó en evidencia años después las subsiguientes gestiones del asesor de DAIA Neuburger con la
embajada de Estados Unidos para intentar frenar la investigación del
encubrimiento.
Este episodio comenzó con la publicación en
tapa de la edición dominical del diario Página/12
del 27 de febrero de 2011 de un cable de la embajada norteamericana emitido el
22 de marzo de 2008, obtenido por Wikileaks. El cable señalaba que funcionarios
norteamericanos habían “recomendado” en numerosas oportunidades al fiscal
Alberto Nisman que se concentrara en investigar a los perpetradores del
atentado a la AMIA
y que no lo hiciera respecto de los que cometieron irregularidades en la
investigación, es decir Menem, Galeano,
Anzorreguy y Palacios entre otros. El
pedido de detención de esos y otros involucrados en el encubrimiento,
presentado por el fiscal el 22 de mayo de 2008,
motivó al día siguiente un encuentro reservado entre el operador
político de la DAIA ,
Alfredo Neuburger, y miembros de la embajada de Estados Unidos. Según el cable de Wikileaks, Neuburger les dijo a los funcionarios que el
pedido de procesamiento a Menem y otros por el encubrimiento era en realidad un
intento del gobierno kirchnerista de sacar de la tapa de los diarios el
conflicto con el campo y la inflación, y
transmitió a sus interlocutores en la embajada que la dirigencia de la DAIA estaba sumamente
preocupada por que la causa AMIA fuera nuevamente usada para dirimir cuestiones
domésticas. La Embajada
encuadró estas expresiones como la “visión de la comunidad judía”.
La escandalosa difusión
por Página/12 a fines de febrero de
2011 de los cables que ubicaban a Neuburger en marzo de 2008 en tareas de “esclarecimiento”
en la embajada norteamericana, tendría entonces su respuesta no menos resonante
a través de una fuerte denuncia del periodista “Pepe” Eliaschev en el diario Perfil del 26 de marzo de 2011, bajo el categórico título “Argentina negocia
con Irán dejar de lado la investigación de los atentados”, y la volanta de aclaración: “a cambio de
mejorar las relaciones comerciales”. El
periodista citó en forma imprecisa un presunto documento “clasificado”
entregado por el ministro de Relaciones Exteriores de la República Islámica
de Irán, Alí Akbar Salehi, al presidente Mahmud Ahmadineyad, infiriendo que el supuesto acuerdo fue
negociado por el Canciller argentino Timerman con intermediación siria dos
meses antes, en la visita de Timerman a
Siria los días 23 y 24 de enero de 2011.
“Según las conclusiones de la inteligencia iraní, que hace suyas la
cancillería de Teherán, el gobierno argentino habría renunciado a llevar ante
la justicia al actual ministro de Defensa, Ahmad Vahidi, y otros funcionarios
iraníes sospechados de complicidad en esos episodios terroristas”, sostuvo Eliaschev, quien no olvidó referirse a “la sorprendente
sentencia exculpatoria de la conexión local emitida por el Tribunal Oral
Federal Número 3” , por la cual los jueces desnudaron las
vergonzosas actividades de destrucción de pruebas y de sembrado de evidencias
falsas. El artículo publicado en Perfil
asignó total veracidad al misterioso “documento clasificado” y dio por
buenos dislates jurídicos tales como que
“el informe que ha trascendido sostiene que para la inteligencia iraní
ya es un hecho que, incluso si una tercera parte demandara secretamente la
extradición de Vahidi, la
Argentina lo rechazaría”,
o que el gobierno en privado habría conferido “un indulto”, figura inaplicable a personas aún no
condenadas. La nota generó escándalo, a pocos días del programado viaje de Timerman
a Israel en visita oficial, la cual -se dijo-
quedaba en duda a partir de la noticia sobre el presunto “pacto”.
El viaje se concretó tal como estaba previsto. No obstante,
fuera del tono distorsionado de la denuncia periodística, lo cierto es que los meses siguientes
mostrarían un cambio en el planteamiento público del litigio con Irán desde la reunión
de Asamblea General de la ONU
del 24 de setiembre de 2011. Dos meses
antes se conoció una carta del gobierno iraní,
en la cual éste ofrecía abrir un canal de diálogo para “colaborar” con
el esclarecimiento de la “acción criminal”,
que negaban de plano hubiera sido cometida por súbditos de la República Islámica
de Irán. Cristina Kirchner sostuvo en su
discurso que “el mensaje recibido
de Irán, si bien significa un cambio de actitud del gobierno, no constituye en
sí mismo una satisfacción a nuestros reclamos que son los de justicia. Sin
embargo, se trata de un ofrecimiento de diálogo que la
Argentina no
puede ni debe rechazar”. Pero
aclaró “que ese diálogo debe ser constructivo, que debe ser un diálogo sincero y que debe tener
resultados para poder ser creíble y no ser entendido como una maniobra
dilatoria o distractiva”. Asimismo, le indicó al embajador argentino ante
Naciones Unidas Jorge Argüello que debía permanecer en el recinto mientras
Ahmanidejad hablara, a diferencia de lo
actuado años anteriores. Así lo
hizo, ante la retirada de gran cantidad
de delegaciones que se marchaban antes de escuchar los habituales improperios
del líder iraní sobre el Holocausto, los muertos en las Torres Gemelas, y las conspiraciones de Satán. En medios políticos y periodísticos
argentinos quedó planteado el debate acerca de la legitimidad de entablar
negociaciones con un país como Irán,
cuyo ministro de Defensa se encuentra acusado de orquestar un ataque
terrorista en suelo argentino. La
discusión ya había asomado un año atrás,
cuando el gobierno argentino mencionó la posibilidad de un juicio en un
tercer país, con jueces y normas
procesales a coordinar, al estilo del
caso “Lockerbie”[1], y como modo de desparalizar un proceso
judicial que no encuentra el modo de avanzar.
El periodista del diario Perfil sostiene que todo esto no es más
que la confirmación de sus denuncias. Eliaschev
es la pluma más relevante con que han contado tanto Beraja como la DAIA.
Ha sido por años el principal asesor en materia de
prensa y difusión de la entidad, y
colaboró en la organización de varios de sus actos. Cuando Beraja cayó preso, en una carta publicada en La Nación el 8 de
febrero de 2004 señaló que “muchos que de él recibieron apoyo y confort, hoy se
callan la boca. Yo no”. Al cumplirse 13
años del atentado a la AMIA
escribió en Perfil que “seguimos
entretenidos con los 400.000 pesos pagados a un informante, mientras que los
terroristas ya deben tener nietos. Mucha gente se engaña, e incluso hasta los
propios familiares de las víctimas de la AMIA parecen confundidos. Renunciar a la centralidad
del hecho, para entretenerse con complicidades en todo caso menores y –además–
nunca probadas, es la mejor manera de condenar a esos 85 crímenes a la
impunidad más absoluta, consecuencia directa de ilusionarse con promesas del
oportunismo político gobernante.” Como
si no se pudieran hacer dos cosas a la vez,
investigar el encubrimiento sería “renunciar a la centralidad del
hecho”.
En el mismo diario Perfil tuvo lugar una soterrada polémica que dejó fuera del
periódico a la periodista Miriam Lewin.
Eliaschev, quien compartía las
contratapas del suplemento El Observador
con Lewin, había escrito una nota
titulada “Ser Beraja”, criticando la
indebida prolongación de la detención del ex dirigente, que no se encontraba condenado por la
justicia. Días después, el 15 de
octubre de 2005, murieron 33 presos en un incendio en el Penal de Magdalena
-casi todos procesados sin condena- ,
ante lo cual Lewin escribió una nota que tituló “Ser Preso”, donde decía
que en este país había presos de dos categorías: los que estaban en
instalaciones preferenciales en Av. Figueroa Alcorta, al lado de María Julia,
que tenían acceso a los mejores abogados, a los columnistas de los medios, a la
televisión. Y los otros, los pobres, los invisibles, los que eran tachados de
violentos cuando se rebelaban por las condiciones inhumanas en las que vivían,
que eran los 33 jóvenes muertos en Magdalena. Días después de la publicación de
la nota de Lewin, que no mencionaba expresamente a Beraja, la animadversión creada en el periódico
contra la periodista determinó que se le comunicara que dejaba de colaborar con
el medio.
El 24 de setiembre de 2006, tras un
primer procesamiento a los partícipes del encubrimiento (ratificado luego por la Cámara de
Apelaciones), Eliaschev escribió en Perfil,
en idéntica línea argumental a la sustentada por la DAIA : “la indómita Justicia argentina ratifica, en
la persona del juez Ariel O. Lijo, que no le teme al ridículo. De modo que ha procesado a la DAIA , un cuerpo colegiado que
a través de su presidente de aquel entonces, 1994, resulta imputado de
situaciones que ahora son mencionadas como ´delictivas´ ”. Sostuvo entonces, “conclusión primera: se transforman las
víctimas en victimarios”. El cierre del
artículo revela en qué momento considera el periodista que comienzan los males
de sus defendidos: desde el mismo día de la asunción de Kirchner. “El curso seguido por todo el caso AMIA desde
el 25 de mayo de 2003 conduce inexorablemente a la condena de la dirigencia
judía como la principal responsable del atentado de 1994. Creer o reventar: así
están las cosas.” En realidad, nadie en su sano juicio acusa a la dirigencia
judía por el atentado, sino por aceptar el desvío de las investigaciones, orquestado para dejar fuera de la pesquisa a
sospechosos del entorno sirio de Menem, así como la connivencia previa con la
red iraní de tráfico de armas y explosivos. Todo lo cual llevó a borrar las
principales evidencias de la actuación local y de la perpetración en sí, indispensables en cualquier país serio para
arribar a una condena criminal por tribunales de justicia. No son responsables del atentado. Sí son cómplices de la impunidad
subsiguiente.
("Brindando sobre los Escombros", ed. Sudamericana, 2012, págs. 230/35)
[1] Ver capítulo siguiente, “AMIA y
Lockerbie”.
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