La noticia del día es la desestimación de la estruendosa denuncia del fiscal Nisman contra la presidenta Cristina y el Canciller Timerman. El meduloso fallo de 63 páginas merece ser leído completo. Y si no es hoy, mañana, cabe exponer públicamente el accionar de periodistas que no han cesado de fabricar graves operaciones políticas. Rafecas, un juez comprometido con los derechos humanos en general, y con la lucha contra el antisemitismo y la memoria del Holocausto en particular, tiene sobrada autoridad para pulverizar maniobras político-mediáticas como la que encabezó un ícono del establishment comunitario, Pepe Eliaschev, seguido recientemente por el ayudante de Lanata, Gabriel Levinas. Su tratamiento en el fallo es pertinente, porque la denuncia de Nisman se basó en gran medida en ese primer artículo periodístico de Eliaschev, que cuando tuvo que ratificarlo y explicarlo en sede judicial, resultó bochornoso. A las pruebas me remito. Del fallo de Rafecas:
“Pasemos entonces en limpio lo que vio el
citado periodista:
Eliaschev fue rápidamente convocado por la
Fiscalía AMIA para que dé cuenta de sus dichos. Así, el 28 de abril de 2013,
Eliaschev prestó declaración testimonial ante el Dr. Nisman. A primera vista, la extensión del acta, de
doce fojas, permite abrigar al lector, expectativas acerca de la clarificación
de muchos puntos y aspectos desarrollados en el ámbito periodístico. Se imponía preguntarle al testigo no sólo por
su fuente (como sí se hizo), sino también al menos de qué nacionalidad era su
fuente; en dónde tomó contacto con dicha fuente; de qué país provenía el
informe redactado en inglés al que tuvo acceso (ya que no era propiamente el
original); si la traducción al inglés era de origen o posterior; si el “informe
secreto” tenía algún membrete o escudo oficial; si tenía la fecha; si tenía
firma y sello (más allá de la identidad de quien firme); si el testigo copió
textual la frase que aparece entrecomillada en la nota periodística o si fue
una reconstrucción de su memoria o su propia interpretación o deducción de lo
que allí decía; cuánto tiempo tuvo a la vista dicho informe (ya que
evidentemente no obtuvo una copia); por qué sostiene que es la inteligencia
iraní la que se pronuncia en el informe si en la misma nota dice que habría sido
personal de la cancillería de ese país la que lo redactó; si las palabras
empleadas habrían sido textuales de la parte argentina o si fue una interpretación
o deducción de la contraparte iraní; si el que redactó ese informe secreto
asistió a la reunión o se lo transmitieron…
Lamentablemente, nada de esto pudo despejarse
en la declaración testimonial. Allí Eliaschev se va a explayar acerca de su
larga carrera profesional, de los mecanismos de contralor de las fuentes con
que cuenta el diario en el que trabaja, de su relación e involucramiento con la
historia de los dos atentados, de sus relaciones con víctimas y testigos, da su
opinión sobre la absolución del TOF 3 en la causa principal, así como de la labor
de jueces y fiscales en el caso, cuenta la historia de exilio de Andrew Graham
Yoll, critica al gobierno nacional, justifica la postura de política internacional
del presidente Obama, explica su tesis sobre el doble discurso de la presidenta
Fernández de Kirchner en sus relaciones con la comunidad judía y el Estado de
Israel, por un lado, y con naciones como Irán, Siria y Libia, por el otro, el
papel que cumple Venezuela en este juego de política internacional, y muchos
otros tópicos…que en nada contribuyeron a que el testigo dé cuenta de sus
afirmaciones.
Es más, lo poco que va a expresar al
respecto, no sólo no va a aclarar ninguno de aquellos interrogantes, sino que
van a traer más zozobra e incertidumbre sobre qué es lo que vio el periodista.
En efecto, el comienzo es auspicioso, pues
como es de rigor, al serle preguntado sobre la nota en cuestión, Eliaschev
ratificó la misma en todos sus términos (fs. 131.189 vta.). Recién cuatro
páginas después rescatamos algo más, cuando afirma que para escribir esa nota “…evalué, tras mucho debate interior como periodista, y
tras ser careado por mis editores exhaustivamente, que como decimos en el
gremio, no sólo no era pescado podrido sino que era una información valedera y
creíble, de cuya autenticación se debe encargar no el periodismo sino la Justicia
y el poder político” (fs. 131.191 vta.).
Algo más adelante, se le va a preguntar “si
puede aportar los cables a los que hizo referencia”, a lo que respondió: “yo no puedo aportar sino lo siguiente: la revelación de
lasreuniones del ministro Timerman con las autoridades sirias llegaron a mis
manos, no en idioma farsí sino en idioma inglés. Yo soy perfectamente bilingüe
con el idioma inglés…”.
Luego se le preguntó “cómo le llegó ese cable
y en qué idioma se encontraba, a lo que respondió: “por lo pronto le digo que no se trata de un cable”,
y más adelante agregará
sobre el punto: “[d]e qué sorprenderse de que un documento, obviamente
escrito en la lengua nativa de los iraníes, el farsí, se filtre, se traduzca a
otros idiomas, hay muchas hipótesis, francés,inglés, alemán, hebreo, y la
información traspase las fronteras iraníes. Sobre el tema documentación es todo
lo que puedo decir” (fs. 131.192).
Ahora bien, vayamos a la cuestión central. Al
respecto, el testigo dijo:
“Mi artículo reporta un informe
de la cancillería iraní al presidente Ahmedinejad,
un típico «paper»
intergubernamental, donde el responsable de las relaciones exteriores del
régimen de ese país le sugiere al presidente que en virtud de los elementos de
juicio que maneja la cancillería iraní, corresponde avanzar en un acuerdo
importante con la Argentina porque la cancillería iraní dice, ellos lo dicen,
están dadas las condiciones para que los argentinos decidan dar vuelta de
página en las relaciones argentino-iraníes”
(fs. 131.192).
Esto que declara bajo juramento Eliaschev, es
claramente distinto a lo que afirmó en
su nota periodística. Nótese que de esta declaración juramentada,
de ser cierto lo que el “paper” decía, de haber sido correctamente interpretado
por el funcionario iraní de su contraparte argentina y de haber sido
correctamente traducido del farsí al inglés, el contenido del mismo no revela
nada en sí mismo sustancial: la Argentina querría “dar vuelta de página” en las
relaciones bilaterales, y para ello, correspondería -dice el
“paper”- avanzar en un acuerdo importante.
Nada dijo Eliaschev, ni le fue
específicamente preguntado por el Dr. Nisman, sobre las graves afirmaciones del
periodista en su nota, en especial, sobre el párrafo que éste puso entre
comillas y que Nisman va a reiterar hasta el cansancio en su dictamen, dándolo por
cierto (“la Argentina ya no está más
interesada en resolver aquellos dos atentados, pero que en cambio prefiere mejorar
sus relaciones económicas con Irán”), o de las
revelaciones según las cuales el ministro Vahedi ya podía circular libremente,
que además, justo en ese pasaje, Eliaschev no lo atribuye directamente a la
cancillería sino a la “inteligencia iraní”, con lo que no sabemos si fue uno o
varios los documentos, o si en realidad Eliaschev vio un informe de
inteligencia en el cual se replicaba el contenido del “paper intergubernamental”.
En estas condiciones, resulta imposible aceptar como elemento probatorio lo
que para el Dr. Nisman es el “comienzo de la trama del plan de impunidad”.
En efecto, no
contamos con ese documento, no sabemos quién lo redactó, ni cuándo, ni dónde.
No sabemos de qué manera salió del país de donde presuntamente era originario.
Tampoco sabemos quién lo extrajo de su ámbito. Ni adónde lo llevó, ni quién lo
tradujo al inglés. No sabemos si se trataba de una copia, o de un original del “informe”.
No sabemos su contenido exacto, si recogía frases textuales o si era la interpretación
o conclusiones de alguien que participó en la reunión. Y todo ello, además,
coronado con las notorias y alarmantes deficiencias y vacíos que ostenta la declaración
testimonial citada".
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