“Las maniobras que el juez les
imputa a los procesados habrían consistido en: (...); b) el manejo y/o
administración que se hizo del dinero que, por una suma aproximada de U$S
300.000.000.- fuera otorgada por el Banco Central de la República Argentina
al Banco Mayo Coop. Ltdo., en concepto de asistencia financiera por iliquidez
-redescuentos-, durante los meses de setiembre y octubre de 1998; c) la elevada
asistencia crediticia y/o financiera que el Banco Mayo Coop. Ltdo. otorgó -
particularmente, en los últimos meses de su funcionamiento en plaza- a personas
físicas y/o jurídicas que fácticamente resultarían vinculadas a la entidad;
(...) Los aportes en concepto de adelantos por iliquidez transitoria se
encuentran acreditados por el informe pericial
glosado a fs. 3879, en el que sobre el particular se consigna que,“la
asistencia financiera por iliquidez para el período comprendido entre el
03/09/98 y el 8/10/98 inclusive ascendió a $ 298.600.000”. “Beraja, Rubén Ezra
s/ procesamiento” Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, Sala I, 07/08/2000.
"Los atentados a la Embajada de Israel el 17
de marzo de 1992 y a la AMIA
el 18 de julio de 1994 ocurrieron en un período muy particular de la historia
argentina, bajo el gobierno de Carlos Saúl Menem. Epoca signada por la desaparición
o absoluta sumisión de los organismos de contralor del Estado, al tiempo que
proliferaron -en torno del Poder Ejecutivo- los escándalos de corrupción con negocios
multimillonarios. La invasión del Poder Judicial con funcionarios amigos o socios
del poder, carentes de antecedentes académicos o profesionales de mérito, fue
esencial para posibilitar el desmantelamiento del Estado y la gestación de
negocios espurios de una envergadura nunca antes vista, que entre otras
nefastas consecuencias, dejaron un país empobrecido material y éticamente.
Aspectos
muy delicados, directamente atinentes a la soberanía nacional, tales como fabricaciones
militares, aeropuertos y depósitos fiscales, aduanas, transferencia de tecnología
armamentística, pasaportes y controles fronterizos, formaron parte de
millonarios negociados en que participaron nombres vinculados con el tráfico
ilegal de armas y el narcoterrorismo con sede en Medio Oriente. Personajes como
Monzer Al Kassar, Ibrahim al Ibrahim, Alfredo Yabrán, Amira, Emir Yoma, con
vinculaciones directas con el poder sirio y sus servicios especiales, pasaron a
ocupar un espacio central en el gobierno de Menem, quien nutrió su campaña
presidencial del año 1988 con enormes aportes de gobiernos y organizaciones árabes
e islámicas, algunas de ellas abanderadas de una retórica virulentamente
antisemita y antisionista. Entre quienes
participaron de la campaña de apoyo a Menem, puede incluso encontrarse al
secretario privado de Mohsen Rabbani, el diplomático iraní comprometido con la
organización de los atentados a quien el gobierno menemista dejó salir del país
en lugar de detenerlo, y luego le “prohibió la entrada”.
La
parálisis y el franco entorpecimiento de las investigaciones de ambas masacres
resulta incomprensible si se hace abstracción del contexto político imperante.
Contexto que
se refiere no sólo a los lazos políticos, familiares y de compromisos
adquiridos para la campaña presidencial del candidato riojano y luego
parcialmente incumplidos, sino también a vinculaciones posteriores ligadas a
negocios ilegales que salpicaron al gobierno y que incluso motivaron la breve
prisión de Menem en la casa quinta de su pintoresco titular de la Casa de la Moneda, el también
procesado Armando Gostanián.
Por
acercar sólo un ejemplo: el despacho ilegal de armas a Croacia y Ecuador que
enriqueció a hombres del poder, se organizaba administrativamente en la misma
oficina utilizada como sede por un diplomático iraní y su empresa naviera
(“Iranian Shipping Lines”), quien días antes del atentado a la Embajada procuró obtener
pasajes para irse el 17 de marzo porque “algo iba a pasar”. Tiempo después se
fue del país y se desconoce su paradero.
Es
decir que, sin necesidad de apelar a los dichos del “arrepentido” miembro de
los servicios de inteligencia iraníes, conocido como “testigo C”, quien con sus
revelaciones sobre
la coima de diez millones de dólares que Irán habría pagado a un enviado de
Menem ganó la tapa de “The New York Times”, sobran las evidencias sobre una promiscua
relación de miembros de la administración menemista con algunos de los
principales sospechosos de haber orquestado los atentados en nuestro país.
De
igual modo, durante los años del gobierno de CarlosMenem fue palpable la tácita
prohibición de investigar cualquier factor que llevara a Siria o a ciudadanos
convinculación con autoridades de aquél país, siendo que numerosas evidencias
archivadas en la causa demuestran que el factor internacional fue una “UTE”
(Unión Transitoria de Empresas) con sedes en Teherán y también
en Damasco, tal como ocurre con otras organizaciones terroristas del
mismo signo. En esta tesitura pueden haber pesado los orígenes de la familia
presidencial, y las vinculaciones políticas formales e informales mantenidas por
sus miembros con el partido Baath sirio, así como un
contexto internacional que hacía inconveniente señalar a Siria. Pero fuera de
ello, otra vez, los negocios aparecen en primer plano, del tipo de los
denunciados por miembros de la
Comisión de Investigaciones Sobre Lavado de Dinero del
Congreso Nacional. Por esos años, también arribaba al país un lavador
internacional de miles de millones de dólares:el banquero Gaith Pharaon y su
oscuro BCCI, quien fue presentado en sociedad por un hombre de máxima confianza
de Menem: Alberto Kohan.
La cercanía al poder fue en
aquellos años sinónimo de sideral crecimiento económico. Varios de los hombres
que facilitaron el ingreso de cientos de millones de dólares provenientes de
factores del Medio Oriente en guerra con el Estado de Israel, o que sencillamente
comulgaban con las ideas de los terroristas, aparecerían luego de los atentados
estratégicamente ubicados en dependencias del Estado argentino encargadas de
investigar lo ocurrido. Y por supuesto, a la hora de investigar a sus
allegados, no encontraron nada.
Inconvenientemente, estos
oscuros años mostraron también dirigentes judíos y abogados de las
investigaciones estrechamente relacionados con esas mismas fuentes de poder
económico y corrupción, condicionando visiblemente la capacidad de reclamo y
denuncia. En este trabajo, para iniciar
un indispensable debate, se hará eje especialmente en la actuación de la
dirigencia comunitaria con relación a las investigaciones sobre el atentado a la AMIA y las relaciones con el
gobierno, con un enfoque eminentemente
político. Porque fueron decisiones políticas, las que destruyeron pruebas,
decretaron secretos de Estado y ocultaron deliberadamente la verdad. Y porque
un atentado terrorista lleva implícito un mensaje político. Es, desde este punto
de vista, un crimen político. Sin embargo, quienes en estos años desde la
querella de la DAIA-AMIA
tuvieron el monopolio del discurso público, repudiaron una y otra vez lo que
dieron en llamar “intentos de politizar la causa”, insistiendo en aceptar a
libro cerrado las actuaciones claves realizadas por funcionarios policiales,
judiciales y de los servicios de inteligencia en los años del menemismo, cuando
la legalidad fue una palabra vacía de contenido.
Hay
momentos en la vida de las instituciones y de la República en que la
política tiene que tomar el lugar usurpado por la impostación. Momentos en los
que no alcanza con decir “todo queda en manos de la justicia”, porque la misma
se ha prostituído a la vista de todo el pueblo. El propio derecho
constitucional incluye remedios excepcionales para casos de severa degradación del
accionar de jueces que no hacen honor a su cargo, y los constitucionalistas no
han sentido vergüenza a la hora de denominar el instituto de emergencia:
“juicio político”.
Dada
la vastedad del tema, y por su carácter ilustrativo, hemos tomado una cierta
cantidad de episodios, como “casos testigo” sobre la dirección política tomada en
cada caso. Cada uno de ellos puede ser leído como un hito. La unión de esos
puntos sucesivos marca con bastante nitidez una línea, con una dirección
determinada cuya evaluación debería ser motivo de profunda discusión y
análisis".
("Caso AMIA- La Deuda Interna", Horacio Lutzky, 2003, editorial Mordejari Anilevich).
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