El 9 de noviembre de 2005 el fiscal Nisman anunció en conferencia de prensa que había sido identificado "el conductor suicida" que se inmoló en la AMIA al comando de una camioneta bomba (Hussain Berro). Se basó en el informe que en enero de 2003 redactó la SIDE presidida por Miguel Angel Toma, con los aportes de los servicios norteamericanos e israelíes. Las portadas de los periódicos coincidieron en titular "Identifican al atacante suicida del atentado contra la AMIA". Fue otro momento rutilante del show AMIA, que entonces procuré contextualizar con esta nota, recordando cómo antes la querella oficial le había endosado el crimen a Bin Laden.
Muchos de quienes seguimos desde hace años las alternativas jurídicas y políticas de la investigación de los atentados contra la Embajada y la AMIA guardábamos la esperanza en que tras más de una década de historias inventadas, anuncios rimbombantes y posteriores decepciones, primaría la mesura y se desterrarían prácticas destinadas a distraer las legítimas demandas de justicia, como aquellas descriptas por el Tribunal Oral Federal Nº 3 en su detallada sentencia.
El show mediático con el que
con total seguridad los fiscales días atrás anunciaron tener definitivamente
esclarecida “la identidad del suicida
que se inmoló en la AMIA”, evoca escenas
anteriores similares, cuyo resultado deberían tener presente
quienes acompañan con bombos y platillos cualquier anuncio respecto de la
causa, sin un mínimo de cautela.
Fuera de la inconsistencia de
las supuestas pruebas dadas a conocer sobre la participación de Ibrahim Berro
en el atentado, es útil recordar el
surrealista y similar momento en que, en
pleno juicio oral y cuando se caía a pedazos la “historia oficial” -ayer nomás- , la querella oficial junto con fiscales y
otros funcionarios judiciales, con la
activa colaboración de sus voceros de prensa,
anunciaron con el mismo énfasis actual que el atentado fue obra de Bin Laden.
Transcurrían los
primeros días de octubre de 2001, y
Menem cumplía prisión domiciliaria en la casaquinta de su amigo Gostanián. A raíz de la denuncia de Lifschitz, ex
prosecretario del juez Galeano que reveló muchas de las graves irregularidades y
delitos ocurridos en la investigación, que finalmente le costarían el cargo a dicho
juez , en el juzgado del juez Bonadío
habían comenzado, cansinamente, a realizarse audiencias donde estaba saliendo a la luz el escandaloso
tema del video. Se trataba de la cinta
en el cual se veía a Galeano departiendo amistosamente con el acusado Telleldín
antes que éste modificara su declaración mediante el pago de una importante
suma de dinero. En una de las
audiencias matinales, las preguntas de
algunos abogados además habían tocado la presunta participación del ex titular
de la DAIA Beraja en la oscura negociación del pago a Telleldín. Era un tema sumamente polémico, destinado a figurar
en los titulares de los periódicos del día siguiente. En el equipo oficial (juzgado-fiscales-querella
DAIA-AMIA) había preocupación por que no se instale esa polémica “que distrae
los esfuerzos del tema central”. Como siempre, la audiencia de la Causa AMIA
ante el Tribunal Oral comenzaba más tarde,
después del mediodía. Había que
sacar de la galera con urgencia otro tema fuerte que ocupara las primeras
planas del día siguiente.
En horas de la tarde, al
finalizar uno de los cuartos intermedios, la abogada de la DAIA, Marta
Nercellas, regresó agitada del despacho del juez Galeano, ubicado en el mismo edificio
de la calle Comodoro Py. Traía para anunciar una noticia impactante: ¡se
descubrió que el atentado a la AMIA lo hizo la organización Al Quaeda conducida
por Osama Bin Laden!. Después del atentado a las Torres Gemelas,
semejante novedad estaba destinada a ganar las tapas de los diarios por encima
de cualquier discusión “menor”. Y así fue. La prueba de que el responsable del
atentado a la AMIA era el barbudo multimillonario estaba constituída por unas
llamadas anónimas recibidas el año 2000 en el contestador telefónico de la
Embajada argentina en Arabia Saudita, “presuntamente” de Al Quaeda, donde se adjudicaba
una “explosión” en Argentina y amenazaba objetivos de Estados Unidos. El
descubrimiento lo había hecho el año anterior el Embajador Juan José Echegoyen. Los medios rivalizaban por anticipar y
adjudicarse la sensacional noticia. A tal punto, que la publicación especializada
“Diario Judicial.Com” sacó un importante aviso en diarios nacionales para
mostrar que ellos dieron primero la noticia. Vale la pena transcribir el
anuncio, porque evidencia el clima generado con la “revelación”:
“La
noticia del día antes.18/10 (18:42 hs) Diario
judicial.com: Bin Laden sería el autor del atentado a la AMIA”. 19/10, La Nación: Al-Qaeda se atribuyó el ataque a
la AMIA y anticipó el atentado en EEUU. 19/10, Clarín: Denuncian un nexo entre Bin Laden y uno de los atentados en
Buenos Aires. 19/10, Ambito
Financiero: Al-Quaeda se atribuyó el atentado contra la AMIA” Los diarios de esos días refirieron que
Echegoyen aclaró que “hace unos días recordó sus comunicaciones a la Cancillería
ante la sospecha que ese importante dato no hubiera sido comunicado al juez
Juan José Galeano, quien investiga el
atentado contra la AMIA”. La polémica se instaló con los abogados de Memoria Activa
que salieron al cruce. Crónica, bajo el título “Dudan que Bin Laden haya hecho volar la AMIA”, al igual que otros
diarios, dio cuenta de la divergencia: “Es una nueva cortina de humo para tapar la
investigación deficiente del atentado a la AMIA, sentenció el abogado Alberto
Zuppi, de Memoria Activa, en tanto que Marta Nercellas, de la DAIA, sostuvo que
a los supuestos mensajes de Al Qaeda le dieron carácter de muy serios en
Estados Unidos”.
Además, tal como consignaba Diario Popular, la abogada señaló que “la hipótesis
confirma la línea investigativa seguida por Galeano y con la cual concuerda
esta parte de la querella”.
La cuestión ocupó varios
días los titulares de los diarios, dando
la impresión que había novedades, y
desplazando la atención del entramado del encubrimiento local a remotos parajes
del Medio Oriente.
QUE VERDURA VIO LA TESTIGO NICOLASA?.
Por estos días se
reflotó a la supuesta testigo del paso de la camioneta Trafic que los fiscales
sostienen era conducida por Berro cargada de explosivos para ser estrellada
contra la AMIA.
La realidad es que los
dichos de la enfermera vinculada a bomberos de Policía Federal, María Nicolasa Romero, desde la primera vez que fue
instalada en la causa y hasta la actualidad,
son tan contradictorios en sí mismos y entre las distintas declaraciones
que la misma prestó, que es poco serio
presentar algunos de ellos como presunto reconocimiento del “conductor
suicida”.
Además de todas las
sugestivas circunstancias que rodearon su aparición en la causa y sus primeras inverosímiles
declaraciones, quienes asistimos a su interrogatorio ante el Tribunal Oral el
29 de octubre de 2001, esta vez en
presencia de decenas de abogados, partes,
funcionarios judiciales, y algunos periodistas,
pudimos ver frente a la
proyección en la pantalla del dibujo o identikit que se le atribuye, que no lo reconoció, y entre muchos “no recuerdo” dijo que no se
parecía al presunto conductor de la camioneta. Frente a distintas preguntas, su relato de
los hechos inmediatamente posteriores al estallido tampoco contribuyó a
cimentar su credibilidad, cuando -por
ejemplo- contó que tras la explosión que
la tomó en Tucumán y Pasteur, continuó caminando
su trayecto hacia el jardín de infantes donde iba a llevar a su hijo (unas 15 cuadras que supuestamente hacía a
pie, incluyendo una extraña vuelta que le hacía pasar justo por AMIA), pese a que anteriormente había dicho que el
nene recibió una esquirla en una nalga.
Frente a las repreguntas y a un pedido de mayores explicaciones sobre
ese llamativo punto, terminó aclarando
que en realidad el daño fue “en la campera”,
y que luego de dejar al nene en
el jardín, se volvió a su casa sola a
bañarse porque habían quedado “llenos de polvo”. Afortunadamente, el niño no faltó a clase, a pesar de la imaginable conmoción por la
destrucción y el desastre, y del
comienzo de las vacaciones de invierno que tuvo lugar ese lunes 18 de julio.
Igualmente extraña
resulta la “visualización” de la testigo de la cara del terrorista al comando
de la camioneta, que para verla debería el coche tener volante a la derecha como en Inglaterra, y que iba tan despacio
como para que intercambiaran miradas insultantes, según contó.
Y al mismo tiempo tan rápido como para “casi atropellarla” y cargar
contra el edificio subiendo a la vereda con todo su peso.
El principio de no
contradicción fue derogado por decreto en la causa AMIA.
DIAS DESPUÉS...
El hermano de Berro, que es un técnico dental que vivía en Estados Unidos, contó cómo lo engañaron los funcionarios argentinos que le pidieron una foto de su hermano, para difundir que supuestamente reconoció la cara de su familiar como la "del terrorista que se inmoló en la AMIA". La entrevista de desmentida fue obtenida por Radio Continental, y publicada por "Clarin", tal como puede leerse AQUÍ
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