En un reportaje de la periodista Jana Beris con el jefe del Mossad en la época de los atentados en la Argentina, Shabtai Shavit, publicado hoy en el diario "La Nación", el ex jefe de los servicios israelíes reconoce las circunstancias siempre negadas por la Cancillería de Israel y por su lamentable embajador en Argentina Yitzak Avirán: el peso del entorno sirio de Menem, y el posible involucramiento de fuerzas de seguridad argentinas. Y RECONOCE CON ELLO LA DENUNCIA DE OCULTAMIENTO DE LA PISTA SIRIA Y LOCAL DEL ATENTADO QUE MUY POCOS SOSTUVIMOS DESDE LOS PRIMEROS AÑOS. El Mossad sabía, pero el gobierno de Israel priorizó otros objetivos. En "Brindando sobre los Escombros" relaté cómo el servicio secreto israelí conocía tales circunstancias, y qué hizo con ese conocimiento, tal como transcribo a continuación. Y, más abajo, el reportaje de hoy al ex jefe del Mossad, que no hace más que confirmar lo denunciado:
De "Brindando sobre los Escombros":
"En el libro Mossad, la Historia Secreta
(1998)[1],
el periodista de investigación Gordon Thomas refiere la reacción del mítico
organismo de inteligencia israelí al producirse la voladura de la embajada de
Israel en la
Argentina. El equipo
que viajó a Buenos Aires a inspeccionar las pistas del atentado envió informes
muy críticos al titular del Mossad,
mencionando relaciones superficialmente cordiales con los investigadores
argentinos, pero aludiendo a su asombrosa incapacidad. Citaban ejemplos de importantes pruebas
forenses, como los escombros de la
embajada destruida, removidos y
retirados antes de realizar una adecuada investigación. Más adelante dejarían constancia de que “la
investigación propiamente dicha no se había iniciado hasta seis años después de
la explosión”. Gordon señala que “el
equipo del Mossad empezó a sondear discretamente el pasado del presidente y la
primera dama” y que descubrieron que
“Menem tenía vínculos cercanos con miembros de grupos terroristas, dentro de la
comunidad siria en la
Argentina ”. Semanas
después del atentado, el entonces
embajador de Israel en la
Argentina , Yitzhak Shefi,
comenzó a poner en duda las versiones que señalaban en forma
unidireccional a Irán y a terroristas inhallables como ejecutores del
ataque. Shefi informó a Tel Aviv
que -a diferencia de lo difundido
públicamente- el día de la
explosión los dos guardias de seguridad
que normalmente se encontraban frente a la embajada estaban ausentes[2]. Uno de ellos había trabajado previamente seis
años en la embajada siria. “El equipo
del Mossad -refiere Gordon Thomas- descubrió que Zulema Menem compartía el lugar
de nacimiento -el pequeño pueblo de
Yabrud, en Siria- con una figura bien
conocida para el Mossad. Se trataba de
Monzer Al Kassar, un veterano traficante de armas y drogas cuyo círculo de
amigos abarcaba desde Oliver North hasta Abu Nidal, consagrado con el título de “gran maestre del
terrorismo mundial”. Thomas cuenta
que “en Buenos Aires, el embajador Shefi
se había mostrado desdeñoso con el presidente Menem por ´aferrarse a la idea
disparatada de que un grupo neonazi llevó a cabo el atentado´. También acusó a los investigadores argentinos
de ´arrastrar los pies´. Su acusación
era que no sólo Irán estaba detrás de lo sucedido sino que también Siria estaba
implicada. Tácitamente apuntaba a que el presidente Menem debía responder
algunas preguntas. Menem elevó una
protesta ante Shimon Peres”. Shefi fue
entonces llamado “a consulta”, para no
regresar, y fue reemplazado por Yitzhak
Avirán, “un cauteloso diplomático de carrera con fama de no agitar el
bote. Empezó por calmar los temores de
los judíos en la Argentina
y apaciguar a Menem y sus consejeros”,
según refiere el autor de la investigación sobre el servicio secreto
israelí. Thomas relata que tras el
atentado contra la AMIA , el grupo del Mossad que había sido disuelto
tras archivarse el caso del atentado a la embajada fue enviado a Buenos Aires a
trabajar en los escombros con perros entrenados para ese tipo de
circunstancias. Como la vez anterior, el grupo del Mossad llegó y
se fue sin conseguir nada. En
privado, sus miembros dudaban de que
alguien en concreto fuera directamente acusado por ninguno de los dos
atentados, y señalaban ineptitud y
obstrucciones por parte de los agentes locales. Cuando tiempo después se produjo un cambio
en la dirección del Mossad y asumió un nuevo jefe, Danny Yatom[3], oficiales superiores le pedieron reabrir
estos casos. Pero el pragmatismo
político indicaba que Siria no estaba entre los objetivos prioritarios, rol ocupado por Saddam Hussein. Y “reabrir una investigación que podría muy
bien desenterrar desagradables nexos entre el presidente argentino y la tierra
de sus antepasados ya no era una opción viable.
Durante los años posteriores, Menem había seguido jugando su papel de
honesto mediador entre Siria e Israel.
Era mucho más importante para los amos políticos del Mossad que lo
siguiera haciendo. Se le comunicó a
Yatom que los expedientes de ambos atentados debían continuar cerrados”, afirma Thomas."
("Brindando sobre los Escombros, págs. 186/89)
En la entrevista publicada hoy por "La Nación", el ex jefe del Mossad dice:
"“Mi primera sensación
fue que los servicios de inteligencia eran una herramienta al servicio de los
políticos. Uno de los elementos más importantes en ese mundo es en qué medida
un servicio es profesional y no un instrumento de los políticos. Eso incide negativamente
sobre las relaciones de trabajo que puede desarrollar. Uno es más reservado,
más cauteloso, y tiene que pensar si toda información que considera que sería
bueno compartir con el otro servicio de inteligencia no la usarán con fines
políticos.
-No
mucho después fue el atentado contra la embajada. ¿Estaban dadas las
condiciones para algo así?
-El
presidente era Carlos Menem, que era primero sirio y después argentino. En la
Casa de Gobierno, gran parte del trabajo se llevaba adelante en árabe. Es cierto
que Menem vino de visita a Israel, fue muy simpático y se presentó como gran
amigo del país. Pero eso fue sólo para los medios. (…) Es posible que
elementos en la policía o los servicios de seguridad hayan ayudado, directa o
indirectamente, a quienes planificaron y cometieron los atentados.
-Es
una acusación muy grave...
Lo
digo a nivel de especulación. Recordemos que no está prohibido que un hombre de
la inteligencia use su inteligencia. Más seguro es que después de los atentados
no logramos recibir una colaboración de ningún tipo de la policía ni de los
servicios de seguridad. Hubo atentados terribles. Israel fue a pedir ayuda,
pero aunque fueron muy simpáticos en el trato y sonrieron mucho, como buenos
anfitriones, en la práctica no nos dieron nada".
Link a entrevista:
Link a entrevista:
[2] En el documental “El Tercero en Camino” del periodista Shlomo Slutzky,
un irritado Shefi señala como ridícula la versión justificatoria de la ausencia
del policía que se dijo estaba acompañándolo.
En realidad, no fue el único
efectivo policial que al momento del atentado desapareció de su lugar asignado
en la sede diplomática. El autor de este libro asesoró como voluntario a la Comisión de Juicio
Político a la Corte
Suprema de Justicia de la Nación por la falta de investigación del atentado
por la Corte
menemista y en tal carácter pudo compulsar las declaraciones y actuaciones
judiciales. El agente Ojeda se retiró del frente de la
embajada a las 14,15 horas del 17 de marzo de 1992, sin esperar su reemplazo como era su
obligación. El reemplazante agente
Chiocchio no concurrió a las 14,00 horas como debía, ni arribó al lugar cuarenta y siete minutos
después, cuando ocurre la explosión. Tampoco
cumplieron con su deber los agentes del móvil policial de la comisaría 15, Soto,
Acha y Laciar, quienes tenían la
obligación de solucionar la ausencia de custodia, pero en cambio se marcharon raudamente del
lugar, invocando un hecho policial que no
se corresponde con el horario. E
incurrieron, todos ellos, en flagrantes contradicciones.
[3] Ex comandante de las fuerzas armadas israelíes, designado en el cargo
por Benjamin Netanyahu.
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