BRINDANDO SOBRE LOS ESCOMBROS

LA CENSURA QUE DERRIBÓ UN CANAL

LA CENSURA QUE DERRIBÓ UN CANAL

El primer programa de la dirección de noticias del canal de cable ALEF NETWORK fue emitido en 1995,  días antes del primer aniversari...

viernes, 12 de junio de 2020

EL ESPÍA DEL MOSSAD: OTRA VEZ SOPA




Un ex agente del Mossad apareció ayer en el programa de la televisión israelí Uvdá conducido por la periodista Ilana Dayán,  mencionando  haber estado vinculado con el fiscal Alberto Nisman en Buenos Aires por un tiempo a partir del año 2000, abarcando la época en que sus jefes de Israel confeccionaron el informe sobre el atentado que presentó Miguel Angel Toma (ex jefe de la SIDE) y que hasta hoy constituye la Historia Oficial.  

Este agente, llamado Uzi Shaya,  contó que volvió a contactar a Nisman en los dos años previos a su muerte.  Lo hizo,  según dijo,  mientras brindaba servicios para un grupo que trabajaba para Paul Singer con el fin de presionar a Cristina Kirchner al pago total de las sumas reclamadas (por los fondos buitres).  Y para eso  le fue suministrando información a Nisman.    En ese marco extorsivo,   dijo haberle dado en enero de 2015 un sobre con datos sobre supuestas cuentas secretas de Cristina y Máximo Kirchner vinculadas con pagos de iraníes. "Todo fue parte de un negocio", asumió.   Tras ello,  según el ex espía,  Nisman regresó de Europa precipitadamente para presentar la denuncia.  El supuesto sobre ni los datos concretos jamás aparecieron, y ni siquiera integran el texto de la denuncia de Nisman,  y la fábula de las cuentas de Cristina y Máximo fue agitada por años por periodistas estrellas del grupo Clarín,  que entre otros beneficios incluyeron un placentero viaje a la islas Seychelles.  

Pero cabe decir algunas cosas sobre la rutilante aparición:


El programa agregó viejas fake news ampliamente desmentidas,  remanidos testimonios de operadores antikirchneristas,  y un tono general tan prejuicioso como carente de pruebas.  
No analizaremos en esta nota las inconsistencias del programa ni de la declaración del espía.

Pero sí nos interesa señalar un par de elementos de contexto:
A)   Lo único novedoso es el reconocimiento de un agente de haber operado a Nisman contra Cristina Kirchner al servicio de los fondos buitre;
B)   El informante da a conocer su historia justo en momentos en que un gobierno que tiene como vicepresidenta a Cristina Kirchner está en la etapa final de la nueva negociación de la exorbitante e injustificable deuda contraída por Macri con fondos especulativos.    Según Shaya reconoce, esas imputaciones de los años 2014 y principios de 2015 tuvieron por objeto presionar al gobierno argentino a pagar.  ¿Porqué no tendría ahora el mismo propósito?
C)  Shaya fue una pieza en la actuación del Mossad con relación a la injerencia de ese vector de inteligencia en la investigación del atentado.    De lo que se deduce que,  si habla,  es para seguir sosteniendo esa línea.   Divorciada de la verdad.

En el libro Mossad, la Historia Secreta (1998)[1], el periodista de investigación Gordon Thomas refiere la reacción del organismo de inteligencia israelí al producirse la voladura de la embajada de Israel en la Argentina.  El equipo que viajó a Buenos Aires a inspeccionar las pistas del atentado envió informes muy críticos al titular del Mossad mencionando relaciones superficialmente cordiales con los investigadores argentinos, pero aludiendo a su asombrosa incapacidad.  Citaban ejemplos de importantes pruebas forenses,  como los escombros de la embajada destruida,  removidos y retirados antes de realizar una adecuada investigación.  Más adelante dejarían constancia de que “la investigación propiamente dicha no se había iniciado hasta seis años después de la explosión”,  lo que personalmente pude corroborar con la comisión de juicio político a la Corte en la que participé como asesor de la entonces diputada Nilda Garré en el año 2002.    

Gordon señala que “el equipo del Mossad empezó a sondear discretamente el pasado del presidente y la primera dama”  y que descubrieron que “Menem tenía vínculos cercanos con miembros de grupos terroristas, dentro de la comunidad siria en la Argentina”.  Semanas después del atentado,  el entonces embajador de Israel en la Argentina, Yitzhak Shefi,  comenzó a poner en duda las versiones que señalaban en forma unidireccional a Irán y a terroristas inhallables como ejecutores del ataque.  Shefi informó a Tel Aviv que  -a diferencia de lo difundido públicamente-  el día de la explosión  los dos guardias de seguridad que normalmente se encontraban frente a la embajada estaban ausentes[2] Uno de ellos había trabajado previamente seis años en la embajada siria.   “El equipo del Mossad  -refiere Gordon Thomas-  descubrió que Zulema Menem compartía el lugar de nacimiento  -el pequeño pueblo de Yabrud, en Siria-  con una figura bien conocida para el Mossad.  Se trataba de Monzer Al Kassar, un veterano traficante de armas y drogas cuyo círculo de amigos abarcaba desde Oliver North hasta Abu Nidal, consagrado con el título de “gran maestre del terrorismo mundial”.  

Thomas cuenta que “en Buenos Aires, el embajador Shefi se había mostrado desdeñoso con el presidente Menem por ´aferrarse a la idea disparatada de que un grupo neonazi llevó a cabo el atentado´. 
También acusó a los investigadores argentinos de "arrastrar los pies".  Su acusación era que no sólo Irán estaba detrás de lo sucedido sino que también Siria estaba implicada. Tácitamente apuntaba a que el presidente Menem debía responder algunas preguntas.  Menem elevó una protesta ante Shimon Peres”.  Shefi fue entonces llamado “a consulta”,  para no regresar,  y fue reemplazado por Yitzhak Avirán, “un cauteloso diplomático de carrera con fama de no agitar el bote.  Empezó por calmar los temores de los judíos en la Argentina y apaciguar a Menem y sus consejeros”,  según refiere el autor de la investigación sobre el servicio secreto israelí.   

Thomas relata que tras el atentado contra la AMIA el grupo del Mossad que había sido disuelto tras archivarse el caso del atentado a la embajada fue enviado a Buenos Aires a trabajar en los escombros con perros entrenados para ese tipo de circunstancias.  Como  la vez anterior, el grupo del Mossad llegó y se fue sin conseguir nada.  En privado,  sus miembros dudaban de que alguien en concreto fuera directamente acusado por ninguno de los dos atentados,  y señalaban ineptitud y obstrucciones por parte de los agentes locales.    Cuando tiempo después se produjo un cambio en la dirección del Mossad y asumió un nuevo jefe, Danny Yatom,  oficiales superiores le pedieron reabrir estos casos.   Pero el pragmatismo político indicaba que Siria no estaba entre los objetivos prioritarios,  rol ocupado por Saddam Hussein.   Y “reabrir una investigación que podría muy bien desenterrar desagradables nexos entre el presidente argentino y la tierra de sus antepasados ya no era una opción viable.  Durante los años posteriores, Menem había seguido jugando su papel de honesto mediador entre Siria e Israel.  Era mucho más importante para los amos políticos del Mossad que lo siguiera haciendo.  Se le comunicó a Yatom que los expedientes de ambos atentados debían continuar cerrados”,  afirma Thomas.      Y así fue.

A ese pragmatismo cabe agregar -no lo hace Thomas,  pero tampoco era el tema central de su libro-  el operativo secreto de  contrabando de armas a los Balcanes que se estaba realizando en la época del atentado, desde Buenos Aires, con participación de agentes sirios e iraníes  junto a argentinos del entorno de Menem y con el ferviente beneplácito de Estados Unidos.  A mirar para otro lado, y no investigar a socios peligrosos.

Hace unos pocos años,  ese ex jefe del Mossad mencionado por Gordon Thomas accedió a una nota periodística.   Y allí reconoció:
“El presidente era Carlos Menem, que era primero sirio y después argentino (...). Es cierto que Menem vino de visita a Israel, fue muy simpático y se presentó como gran amigo del país. Pero eso fue sólo para los medios.  (…)  Es posible que elementos en la policía o los servicios de seguridad hayan ayudado, directa o indirectamente, a quienes planificaron y cometieron los atentados” (reportaje de la periodista Jana Beris con el jefe del Mossad en la época de los atentados en la Argentina, Shabtai Shavit,  publicado el 5 de marzo de 2015 en el diario "La Nación").

Si un máximo responsable del reputado servicio israelí considera que “es posible que elementos en la policía o los servicios de seguridad hayan ayudado, directa o indirectamente, a quienes planificaron y cometieron los atentados”,  es inexplicable que los investigadores locales no hayan profundizado la mirada sobre las evidentes zonas liberadas que antecedieron los dos atentados, y que ni la embajada y las instituciones afectadas hayan reclamado en ese sentido, ni sobre el papel de los servicios de inteligencia del Estado.

Hasta el día de hoy prefieren no escuchar del tema,   como lo demuestra un grosero intento de censura que impulsó la DAIA días atrás sobre una charla por Zoom que dimos con Miriam Lewin sobre "Iosi, el espía arrepentido",  para la comunidad Dor Jadash.      





[1] Ediciones B Argentina S.A.,  2001 para Javier Vergara Editor.

[2] En el documental “El Tercero en Camino” del periodista Shlomo Slutzky, un irritado Shefi señala como ridícula la versión justificatoria de la ausencia del policía que se dijo estaba acompañándolo.  En realidad,  no fue el único efectivo policial que al momento del atentado desapareció de su lugar asignado en la sede diplomática. Asesoré como voluntario a la Comisión de Juicio Político a la Corte Suprema de Justicia por su falta de investigación del atentado (2002) y en tal carácter pude compulsar las declaraciones y actuaciones judiciales.  El agente Ojeda se retiró del frente de la embajada a las 14,15 horas del 17 de marzo de 1992,  sin esperar su reemplazo como era su obligación.   El reemplazante agente Chiocchio no concurrió a las 14,00 horas como debía,  ni arribó al lugar cuarenta y siete minutos después,  cuando ocurre la explosión. Tampoco cumplieron con su deber los agentes del móvil policial de la comisaría 15,  Soto,  Acha y Laciar,  quienes tenían la obligación de solucionar la ausencia de custodia,  pero en cambio se marcharon raudamente del lugar,  invocando un hecho policial que no se corresponde con el horario.  Y otros custodios de la cuadra también se ausentaron.

1 comentario:

  1. Lo unico que no me encaja de todo esto es lo siguiente:

    115 personas fueron asesinadas y hasta el dia de hoy no se sabe quienes lo hicieron.
    Se puede seguir discutiendo todo tipo de conspiraciones, incluso lo dicho durante el program de Ilana Dayan puede ser todo falso.
    Lo unico que no se puede discutir es que no se hizo Justicia y no importa que intereses hay atras de estos atentados.
    En Argentina, no se puede hacer Justicia, esa es la conclusion y de la misma manera que no se puede hacer Justicia, no se puede eliminar la corrupcion y la pobreza.
    Muy triste.

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