BRINDANDO SOBRE LOS ESCOMBROS

LA CENSURA QUE DERRIBÓ UN CANAL

LA CENSURA QUE DERRIBÓ UN CANAL

El primer programa de la dirección de noticias del canal de cable ALEF NETWORK fue emitido en 1995,  días antes del primer aniversari...

miércoles, 15 de julio de 2015

DEL PRÓLOGO DE "BRINDANDO"


"Notablemente, mientras ya se conoce hasta con día y hora buena parte de los actos que borraron las pruebas que apuntaban a la posible intervención de agentes de ascendencia siria en tareas de preparación de uno de los atentados y en la trama de contrabando de armas del menemismo, sólo sigue siendo políticamente correcto acusar a uno de los socios, la República Islámica de Irán.
En momentos en que buena parte de las tensiones internacionales se focalizan en Irán y en Israel, las denuncias de Argentina sobre la responsabilidad de funcionarios de Irán en los atentados necesariamente se insertan en un contexto global sumamente complicado. Los reclamos de la Justicia y el Poder Ejecutivo argentinos ante Interpol y Naciones Unidas, acompañados por las instituciones judías, se superponen con las calientes controversias internacionales sobre la búsqueda de Irán de convertirse en potencia nuclear mientras amenaza borrar del mapa a la “entidad sionista”.  Al reclamar justicia respecto de Irán, en un ambiente internacional crispado de señales prebélicas, la comunidad judía argentina vuelve a quedar en el centro del escenario por la fuerza de los acontecimientos. (...) Pero sólo será factible avanzar en la verdad de lo sucedido si se desarticula la red de protección que aún ampara a los encubridores desde dentro de las propias entidades judías centrales". 



"Lo único indiscutible y comprobado ha sido la existencia de una deliberada y muy efectiva voluntad de tapar lo ocurrido. ¿Por qué?; ¿cómo lo lograron?
La destrucción de pruebas, el sembrado de pistas falsas, y la prohibición de investigar a ciertos personajes involucrados en la trama criminal fueron una constante durante el régimen menemista, que gobernó con el absoluto control de la Justicia, el Congreso y los servicios de inteligencia. ¿Pero se habría podido orquestar el encubrimiento sin sumar además la complicidad de la dirigencia comunitaria judía, en episodios tan sensibles internacionalmente como lo fueron los más grandes atentados antisemitas en el mundo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial? ¿Y sin el visto bueno norteamericano e israelí?. Decididamente no. En estas páginas pondremos en evidencia suficientes motivos como para justificar gigantescas maniobras de distracción como las que se perpetraron. 
El concepto de “víctimas” encierra en este caso realidades muy diferentes. Bajo la misma investidura se encuentran madres y padres desolados, amas de casa castigadas por la pérdida atroz y sorpresiva, chicos que han crecido sin sus padres o abuelos, y todos los que fueron dañados con el injusto duelo eterno por sus seres queridos, sin haber buscado ocupar ningún rol público. Pero también aparecen como víctimas los dirigentes, representantes de las entidades agredidas. ¿Lo son?, ¿lo fueron alguna vez? (…) Una palabra densa sobrevuela la investigación de las matanzas: traición. No es lo mismo ser engañado -o incluso dejarse engañar- por los encubridores, que participar activamente con ellos. Los familiares de las víctimas de los atentados asumieron distintos caminos en búsqueda de verdad y justicia, muchas veces discordantes ante el accionar oficial, por lo cual no hubo una actuación conjunta. Pero quienes conocían los secretos del poder y negociaron con él fueron las máximas autoridades de la comunidad judía, en el caso de la mutual judía, y del Estado de Israel en el caso de la Embajada. 
Los motivos fueron varios, y son analizados en este libro. Pero pasaron los años, cambiaron los gobiernos así como el contexto nacional e internacional, y ciertos garantes del silencio ya no están. 
Los procesos judiciales siguen abiertos y muestran entonces algunos avances en lo tocante al encubrimiento, que escandalosamente podrían terminar con algunas de las “víctimas” condenadas. Sin embargo, como se evidencia en el primer capítulo, no todo está perdido para los colaboracionistas, que siguen manteniendo una fuerte red enquistada dentro de las instituciones judías. En este sentido, que el comisario “Fino” Palacios mantuviera estrechas relaciones con la abogada de Beraja y de la DAIA Marta Nercellas, mientras un subordinado suyo espiaba al familiar de una víctima de la AMIA Sergio Burstein, no es más que una confirmación de la afinidad de un sector dirigencial de autodenominadas “víctimas” con los victimarios. (…) Para efectuar una lectura política de la comunidad judía argentina a partir de los años 90 y hasta la actualidad, los atentados y todo lo que se reordenó en torno a ellos -llamémoslo “causa AMIA” para simplificar- constituyen el eje central, a partir del cual al día de hoy continúan teniendo lugar agrupamientos y conspiraciones. Notablemente, mientras ya se conoce hasta con día y hora buena parte de los actos que borraron las pruebas que apuntaban a la posible intervención de agentes de ascendencia siria en tareas de preparación de uno de los atentados y en la trama de contrabando de armas del menemismo, sólo sigue siendo políticamente correcto acusar a uno de los socios, la República Islámica de Irán.
En momentos en que buena parte de las tensiones internacionales se focalizan en Irán y en Israel, las denuncias de Argentina sobre la responsabilidad de funcionarios de Irán en los atentados necesariamente se insertan en un contexto global sumamente complicado. Los reclamos de la Justicia y el Poder Ejecutivo argentinos ante Interpol y Naciones Unidas, acompañados por las instituciones judías, se superponen con las calientes controversias internacionales sobre la búsqueda de Irán de convertirse en potencia nuclear mientras amenaza borrar del mapa a la “entidad sionista”. 
Al reclamar justicia respecto de Irán, en un ambiente internacional crispado de señales prebélicas, la comunidad judía argentina vuelve a quedar en el centro del escenario por la fuerza de los acontecimientos. Y se ve obligada a expedirse políticamente, a interactuar con el gobierno nacional, y a polemizar, como ha ocurrido ante distintos medios de comunicación entre algún familiar de víctima del atentado a la AMIA y dirigentes de partidos de izquierda o de movimientos sociales que apoyan a Irán. O que consideran que la solución es la destrucción del Estado de Israel, como preconiza el MST (Movimiento Socialista de los Trabajadores). Los viajes de Luis D´Elia a Irán y sus reiteradas manifestaciones de apoyo a Ahmanidejad frente a los reclamos de la justicia argentina, así como la incorporación a algunas marchas piqueteras de consignas propias de Medio Oriente son una muestra del nuevo escenario que asoma. 
La dimensión política del momento es un plano que por acción o por omisión puede afectar a todos, religiosos y laicos, progresistas y derechistas, sionistas e independientes, e incluso a quienes no mantienen mayor identificación con sus raíces judías. (…) Si la Argentina en general, y su comunidad judía en particular, permiten que los colaboradores locales de las masacres continúen impunes, la posibilidad de su reiteración será ya casi una certeza. 
Pero sólo será factible avanzar en la verdad de lo sucedido si se desarticula la red de protección que aún ampara a los encubridores desde dentro de las propias entidades judías centrales".
(fragmento del prólogo,  de enero 2012) 


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