BRINDANDO SOBRE LOS ESCOMBROS

LA CENSURA QUE DERRIBÓ UN CANAL

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martes, 19 de mayo de 2015

UN DETALLE EN LA ENTREVISTA A UN ACUSADO IRANÍ


La nota del periodista Mauro Federico al ex canciller iraní, Alí Akbar Velayati,  uno de los acusados por el atentado a la AMIA,  tuvo un momento interesante. 
Después que el ex canciller dice  “recomendamos a la Argentina que no se convierta en instrumento de los sionistas”,  vino la pregunta  (minuto:  3:39):   
“¿Usted estaría dispuesto a declarar,  a testimoniar en el juicio como se pidió en el memorandum de entendimiento entre Argentina e Irán?”.


La respuesta del acusado iraní fue:
 “¿Ustedes estarían dispuestos que los funcionarios argentinos que actuaron contra el acuerdo con Irán y dejaron de vender el uranio enriquecido al 20% sean juzgados aquí por violar el acuerdo de vender uranio?.  Argentina no está en posición de interrogar a los funcionarios de un país independiente.   Que Argentina no pueda garantizar su seguridad interna no tiene que ver con otro país”
Con lo cual,   Velayati -por su propia iniciativa-  relacionó y puso al mismo nivel el atentado a la AMIA con el incumplimiento de Argentina del contrato de aprovisionamiento nuclear a Irán,  cancelado por presiones de Estados Unidos e Israel.   
Más aún:    su respuesta evidencia que se trató para los iraníes de un hecho grave,  que aún al día de hoy recuerdan y quisieran "juzgar".  La equivalencia -entre un incumplimiento contractual y una masacre-  la puso el funcionario iraní.  De paso, quedó en claro que para el lado iraní el ineficaz memorandum no es para que los acusados se presenten a declarar.   
Lo cierto es que uno de los posibles motivos de los ataques en Argentina fue la indignación iraní (aún visible en la entrevista a Velayati) por la abrupta cancelación del envío de componentes nucleares.    Agentes iraníes como John Pashai hacían sigilosas compras de armas y explosivos a Fabricaciones Militares,  mientras Irán presionaba al gobierno argentino para que cumpliera con la entrega de material y tecnología para el desarrollo de su planta nuclear,  compromiso iniciado bajo gobierno de Alfonsín,  luego enfriado,  y renovado con promesas electorales de Menem,  y un posterior viaje de su cuñado Karim Yoma a Teherán. Estados Unidos e Israel favorecieron la ruta iraní de armas argentinas para los musulmanes bosnios, pero se opusieron rotundamente a la provisión de elementos para el desarrollo nuclear de Irán.   En Buenos Aires, en un reducido tablero, los tres países mantuvieron un inestable acuerdo en el envío de armas a los Balcanes,  pero se enfrentaron duramente en dos bandos opuestos respecto del cumplimiento del convenio nuclear,  objetivo estratégico central del país de los ayatollas.   La pulseada fue perdida por Irán, que en diciembre de 1991 vio como el embarque de material nuclear que le estaba destinado  -ya cargado en el puerto bonaerense de Campana-  fue abruptamente suspendido por presión de Estados Unidos.    Entre los varios intentos de apaciguar la indignación iraní,  funcionarios argentinos se comprometieron a suministrar  armas y explosivos para los combatientes islámicos que enfrentaban a los serbios en Bosnia,  con el aval de Estados Unidos.  Irán aceptó el “premio consuelo”,  pero no dejaría de tomar revancha.  Con ayudas varias,  que constituyen la silenciada pista siria y local.  



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