Por estos días se sugiere que la impugnación a la dirigencia comunitaria es un fenómeno nuevo, producto de "la grieta K". Ello no es cierto, y sobran los ejemplos para demostrarlo. Como el multitudinario acto realizado en el teatro de la Sociedad Hebraica Argentina en noviembre de 1994, en repudio a la censura de la dirigencia de AMIA sobre lo ocurrido en la última dictadura militar. El episodio se originó cuando el material silenciado llegó a nuestras manos, y fue tapa de "Nueva Sión" (pese a las presiones entonces sufridas)
En la imagen que sigue, puede leerse una síntesis de lo ocurrido, tal como lo publiqué en el periódico que dirigía, con fecha 7 de noviembre de 1994.
El episodio de censura, perpetrado además por un funcionario que se desempeñó en la jefatura de la DGI durante el "Proceso", generó enorme conmoción, y no sólo dentro de la comunidad judía. Convocamos a un acto y debate en el teatro S.H.A., desbordado en su capacidad por la gran concurrencia, donde las autoridades comunitarias se excusaron de asistir. Enrique Burbinsky, entonces presidente de la Asociación de Profesionales de la Comunidad Judía, mencionó las objeciones recibidas al acto, porque se decía que "no es el momento", y se refirió a la relevancia "de abrir este tipo de debates en forma pública en lugar de optar por la forma menos comprometida de hacerlo dentro de la isla que para cada uno configura su marco institucional". Parece entonces que "la grieta" tiene ya unos cuántos años...
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