El encubrimiento y el plan sistemático de desviación de la
investigación y de destrucción de pruebas,
así como la conspiración para armar una historia a medida de las
necesidades del gobierno menemista y sus cómplices de la DAIA ha dejado de ser
una afiebrada especulación de unos poquísimos periodistas que desde hace ya
muchos años en su casi totalidad nutrieron las páginas de Nueva Sión, para ser ahora explicado y descripto con
todas las letras por los magistrados del Tribunal Oral Nº 3.
En España, la conspiración para
desviar la investigación de los autores de la masacre de Atocha duró apenas una
semana, en la cual el gobierno le
endilgó los atentados a la ETA. . Frente a la presión social, unos pocos días después el caso fue completamente
esclarecido. Si la DAIA hubiera actuado
allí, Aznar quizás seguiría en el
gobierno y habría un puñado de vascos pagando por el horrendo crimen.
El encubrimiento aquí duró diez años,
y aún no sabemos quienes fueron los asesinos. Pero ahora sabemos, en parte, porqué no llegamos a la verdad.
A lo largo del juicio oral más extenso de la historia argentina., quienes tuvimos oportunidad de asistir a muchas
de las en ocasiones larguísimas audiencias donde centenares de testigos
declararon por primera vez con las debidas garantías, pudimos advertir claramente cómo se
desmoronaba el criminal castillo de naipes que fuera armado por el removido
juez Galeano bajo instrucciones directas del gobierno de Menem a través de la
SIDE, que hizo y deshizo a su
antojo, y no solo pagándole U$S 400.000 a un imputado en
la causa para que incriminara a un grupo de policías bonaerenses. Ello, de modo similar al frustrado intento anterior-mediante
el represor capitán Héctor Vergez,
emisario del gobierno y el juzgado-
de convencer a Telleldín para que incriminara por el atentado a dos libaneses
detenidos en Paraguay, mediante el pago
de un soborno que podría haber llegado a U$S 1.000.000. Finalmente, ha quedado expuesto cómo la DAIA y sus
abogados avalaron paso a paso la construcción del engaño, participando desde las mismas entrañas del
poder.
Nada podía esperarse del menemismo.
Menos aún cabía apelar a la buena fe de comisarios corruptos, policias antisemitas, ladrones de
coches, proxenetas, y delincuentes de toda laya. No fueron ellos quienes traicionaron.
(Publicado en setiembre de 2004 en "Nueva Sión")
No hay comentarios:
Publicar un comentario