El secretario de Estado de Barack Obama John Kerry se encuentra de visita en Buenos Aires. Si realmente hubiera interés oficial en desentrañar la verdad oculta sobre los atentados de 1992 y 1994 en Argentina y su criminal encubrimiento, sería una excelente oportunidad para solicitar al ilustre visitante un compromiso de gestionar la desclasificación de archivos de inteligencia de los EEUU, que sin dudas guardan parte de las claves para conocer la verdad.
Kerry sabe algo de operativos inconfesables, crímenes de Estado y encubrimiento: en 1986 el entonces senador John Kerry encabezó una comisión
investigadora que produjo un demoledor informe de más de mil
páginas publicado en 1989, donde concluyó que miembros de la Contra apoyados por Estados
Unidos, pilotos y hombres de negocio, se involucraron en el tráfico de drogas, y que los traficantes por su parte contribuyeron
con dinero, armas, aviones, pilotos, servicios aéreos y otros materiales para
la Contra Los fondos involucrados se movieron a través de las
redes de tráfico de drogas y operaciones de lavado de dinero. El informe Kerry sostuvo que varios de los
traficantes de drogas fueron informados que sus acciones contaban con el
permiso del gobierno de los Estados Unidos.
Además, señaló que el
Departamento de Estado aportó U$ 806.000 como “ayuda humanitaria” para los
milicianos. Kerry avaló con su firma esas conclusiones.
El encubrimiento del atentado a la AMIA tiene el mismo sello de fábrica.
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