por Jorge Elbaum* y
Horacio Lutzky
El periodista Juan José Salinas (a) “el pájaro”,
ha completado un llamativo giro en
relación con su descripción e interpretación del atentado a la AMIA/DAIA. El
derrotero de su “investigación” (que no es más que una suma incoherente de
datos) se inicia en sus diferentes (disímiles) versiones sobre el hecho trágico
que segó la vida de 85 personas. En publicaciones anteriores ha afirmado que
los autores de la masacre tenían relación con grupos fundamentalistas
musulmanes. Más tarde que la camioneta Trafic fue utilizada para llevar a cabo
el atentado. Y ahora que los israelíes fueron autores o cómplices del mismo. En
su último libro, “La infamia” pasa a sostener la autoría israelí de la masacre,
incorporando como fuentes de su “revelación” a conocidos militantes
judeofóbicos, interesados en culpabilizar a las víctimas de la tragedia,
profundizando de esa manera en las yuxtapuestas líneas de encubrimiento
encargadas de impedir el acceso a la verdad plena que merece la sociedad
argentina y fundamentalmente los familiares de los asesinados.
El inicio
cronológico de la escritura del libro de Salinas es coincidente con una oferta
realizada por él mismo a las autoridades iraníes. Este hecho quedó expuesto en
una de las grabaciones autorizadas por el juez Canicoba Corral en relación con
las investigaciones del atentado, que fueron difundidas tras la lamentable
denuncia de Nisman y su posterior muerte:
“Alejandro Khalil: Bueno,
¿qué me querías comentar hoy o decir?
Luis D'Elía: No…, vino a
verme Juan Salinas.
Alejandro Khalil: Juan
Salinas, sí.
Luis D'Elía: ¿Qué opinión
tenés de él?
Alejandro Khalil: Y...
creo que cambió un poquito Juan.
Luis D'Elía: ¿Está mejor?
Alejandro Khalil:
Positivo. Sí, sí, sí.
Luis D'Elía: Tiene un
material interesante.
Alejandro Khalil: Creo que
me comentaste algo.
Luis D'Elía: Y quiere ver
si interesa. Yo le dije le voy a preguntar a Yussuf. Sí Yussuf está de acuerdo
vamos a verlo a quien vos sabés.
Alejandro Khalil: Sí, sí,
sí. Está muy bien. Sí… sí. “
Cuando Salinas
fue consultado sobre el particular, no desmintió el contenido de ese
intercambio. Sólo lo imputó a la tramitación de “unos pesos” para hacer “un
documental” que finalmente no prosperó.[1] Pero dado que Salinas “cambió un poquito”, los servicios ofrecidos
a los contactos iraníes parecieron haber sido de suficiente interés como para
reconfigurarse en formato de publicación gráfica. De hecho, “Infamia” termina afirmando la
hipótesis de que el atentado a la AMIA/DAIA en realidad fue perpetrado por
israelíes, descartando cualquier elemento de participación islámica en el
mismo. Según uno de los integrantes de la delegación que concurrió a la
República Islámica de Irán en 2007, el “pájaro” escribió ese libro a pedido de
Teherán, que habría financiado su “investigación”. Según esa misma fuente, que
por ahora guardaremos en estricta confidencialidad, así se explicaría el rotundo
cambio de conjeturas que atraviesan sus textos.
Invitación
de Juan José Salinas a la presentación de su libro “La Infamia”
Si se salvaron,
ergo, son sospechosos
El opúsculo de Salinas cita como supuestas fuentes válidas las
conspirativas argumentaciones de conocidos nazis, y negacionistas como Norberto
Ceresole y José Petrosino, olvidando que el primero de ellos fue un activo
operador de Mohamed Alí Seineldín y Aldo Rico. Ceresole, además fue expulsado
de la República Bolivariana de Venezuela por entablar una polémica
(curiosamente) vinculada al atentado de 1994. En esa oportunidad el canciller
de Caracas, José Vicente Rangel –quien tiempo después llegaría a ser el vicepresidente
de Hugo Chávez—fundamentó la expulsión de Ceresole por el contenido “asqueroso
y despreciable” del libro publicado en 1996 por el argentino, titulado “Terrorismo
y fundamentalismo judío”. En ese libelo, publicado en 1996, el que fue el
asesor de los carapintadas sostenía que los atentados contra la Embajada de
Israel y la AMIA en Buenos Aires habían sido obra de organizaciones judías
fundamentalistas. El siguiente párrafo, del elogiado por Salinas en su libro
Infamia muestra a las claras el tenor de rigurosidad de sus fuentes.
La sustitución de la realidad es la
condición de existencia del judaísmo. A lo largo de la historia se produjeron
innumerables ejemplos de falseamientos de los hechos, como el más significativo
de todos: la construcción del Mito del “Holocausto”. Pero por el momento nos
interesa ubicar esa metodología sustitutoria en el núcleo de la cuestión judía
en la Argentina. Toda la actividad de Inteligencia desarrollada por los judíos
(comunidad residente, lobby judío-norteamericano y Estado de Israel) a partir
del segundo de los atentados terroristas es una típica actividad de sustitución
de realidad.[2]
Aquella no fue la única vez que Ceresole fue expulsado de Venezuela.
En una oportunidad anterior, fue invitado por las autoridades venezolanas a
abandonar el país, en 1995: en esa ocasión el destierro se fundamentó en las
reiteradas manifestaciones de apoyo a los golpistas carapintadas,[3] La catalogación de “asqueroso y despreciable” del entonces
canciller Rangel y la desautorización del propio presidente de Venezuela
(Chávez) acerca del (inexistente) asesoramiento de Ceresole, aparecen como curiosamente omitidas en las
casi diez páginas que le insume a Salinas el panegírico alabatorio del ideólogo
carapintada, con quien sin embargo coincide en sus hipótesis centrales.[4]
Presentación de la infamia en el portal que administra Salinas,
“Pájaro Rojo”.
La publicación de Salinas aparece como repleta de datos
supuestamente objetivos articulados en forma claramente carente de logicidad,
con el único interés de revictimizar a las víctimas, bajo una intencionada pátina
de rigurosidad. Una de las aseveraciones desubicadas remite a que es el
Shin Bet (organismo de inteligencia dedicado a la seguridad dentro de Israel y
los territorios ocupados de Palestina) el encargado de la protección de las
embajadas israelíes en el exterior, cuando es de público conocimiento que esa
función es cumplida por una sección del Mossad ligada específicamente a la
protección del cuerpo diplomático zabra. La disparatada “Infamia” llega a
postular como una de las evidencias centrales (de su tesis) el hecho que
determinados empleados del edificio de Pasteur lograron esquivar la muerte gracias a que
habrían sido informados previamente por agentes de inteligencia
israelíes, de que ese fatídico día del 18 de julio se produciría el atentado.
De esa manera, Salinas señala a varios sobrevivientes, que perdieron
amigos y colegas, como cómplices del asesinato de sus compañeros y amigos de
trabajo. Ese es uno de los casos subrayados por Salinas, quien hace referencia
al ejemplo de dos telefonistas de AMIA:
una de las cuales fue asesinada, Verónica Goldemberg, mientras que la
otra, Lucía Rojman, logró salvar su vida porque esa mañana se quedó dormida.
Según el autor de esta infamia, esa suerte diferenciada se explica porque la
segunda contaba con “suficiente información” que le permitió salvarse. Salinas
concluye que “es imposible no sospechar que hubo quienes fueron advertidos de
no pisar Pasteur 633 el fatídico 18-J”, homogenizando a los policías de la
Federal (que abandonaron llamativamente el lugar) con los empleados que velaron
a sus amigos y compañeros durante los días sucesivos.[5] El ultraje deslizado por
Salinas es homólogo a la versión difundida por quienes acusaban a los sobrevivientes
de la dictadura de 1976/1983, o de la Shoá, como cómplices de los crímenes de
los genocidas.
El mismo procedimiento de sembrar sospechas sobre familiares y
colegas de los asesinados es el que motiva a Salinas a culpabilizar a una
socióloga, Beatriz Gurevich, de haber retrasado su regreso de un fin de semana
con su hija en Uruguay, ese fatídico lunes 18 de julio, gracias a la
advertencia realizada por su marido, un supuesto integrante del Mossad en
Argentina, a quien Salinas cataloga de katzá, uno de los componentes de la
estructura del Mossad, que esa central de inteligencia mantiene
repartidos básicamente en Europa, Medio Oriente y Estados Unidos. Lo llamativo de la afirmación es que todos los informes existentes
sobre la labor del servicio de inteligencia israelí describen a los katzá como
militares de alta graduación, con entrenamiento de tres años como mínimo,
atributos y antecedentes de los cuales el marido de Gurevich carecía por
completo.[6]
Como elemento destinado a justificar su incoherente proposición,
Salinas recurre además a la presencia ese 18 de julio de los dirigentes
comunitarios en una audición de la Radio Jai, pretendiendo demostrar que
participaban en forma cómplice del asesinato de sus empleados y amigos. El
desconocimiento (y tendenciosidad) de la Infamia impide constatar que la
ausencia de los dirigentes en el edificio de la mutual se debió a que las
autoridades de AMIA y/o la DAIA solían encontrarse en el edificio durante las
horas de la tarde, dado que, durante las mañanas, trabajaban en sus respectivas
empresas. El horario en el que se realizaban habitualmente las reuniones de
directivos era a partir de las 17 hs.[7]
En su visible necesidad de cumplir con sus
comitentes, Salinas no trepida en recurrir a miríadas de condicionales e interpretaciones
disparatadas, sino que le suma también groseras mentiras y embustes rayanos en
la mala fe: uno de los argumentos destinados a descalificar a uno de los
autores de esta nota remite a que “su medio de vida no es el periodismo. Lutzky
es un abogado especializado en marcas y patentes y la mayoría de sus clientes
son empresarios judíos. Perdería a
muchos de ellos si siguiera profundizando en quienes fueron los asesinos, sus
instigadores y motivaciones”. Esta absoluta inexactitud (los principales clientes
del coautor son agentes de marcas, ninguno de los cuales es portador de identidad hebrea), prescinde de décadas de público enfrentamiento y denuncia
contra el establishment comunitario que Salinas bien conoce desde la época en
que él también escribía para el periódico progresista judío, Nueva Sión.[8] En ese mismo tenor, aduce que “es lícito sospechar que Lutzky puede
haber sido alimentado por los servicios israelíes -ya sea por sí mismos o por los ´che pibes´
de la SIDE - para que ofrezca una hipótesis alternativa”.
La catalogación ad-hominem que realiza el autor de la Infamia, es
coherente con el despliegue datístico característico de su prosa enrevesada,
múltiple en digresiones orientadas a impactar al ingenuo lector o gratificar a
los diletantes prejuiciosos, que buscan comprobar lo que ya creen saber: que
los judíos son los culpables de todo. Incluso de los actos de los cuales son
víctimas. Evidentemente las plumas del pájaro han mutado hacia una tonalidad
parduzca. Un cromatismo que su biografía futura ya no podrá omitir.
*sociólogo, periodista y presidente del Llamamiento Argentino Judío.
3]. https://clar.in/2CCoJWi
[4] Salinas, Juan José: La Infamia. Editorial Colihue, Buenos aires, 2018. Páginas 43-50.
[5] Salinas, ob. cit., págs.224/5.
[5] Salinas, ob. cit., págs.224/5.
[6]. Thomas, Gordon: Mossad, la Historia Secreta. Ediciones B. Buenos Aires, 2001. Pág. 47 y ss.
[7]. Es innecesario reiterar aquí la opinión (y cuestionamiento lapidario) de los autores de esta nota sobre la ideología de esa radio y sobre la nefasta conducta de los dirigentes de la colectividad, posicionamientos que no impiden señalar el desvarío del libelo en cuestión.
[8]. Hecho que explica la condescendencia compartida por los dos interlocutores de la grabación citada, en la que afirman que “Salinas cambió positivamente”: ya no vinculaba al antiguo secretario general de Hezbollah , el jeque Tufaili, y a su pariente argentino, el médico del presidente Menem "Alito" Tfeli (a quien llegó a denunciar como presunto organizador del atentado), a la nomenclatura siria, a Alfredo Yabrán y el tráfico de armas, ni a los grupos musulmanes irritados con Menem, sino que ahora como responsables aparecían las propias víctimas. Sobre Salinas pesaba una gran desconfianza debido a que escribía en Nueva Sión y había sostenido desde esas páginas hipótesis opuestas a las inventadas en la infamia. “Pecunia transforms verum videbatur”.
MÁS INFORMACIÓN SOBRE EL TEMA: http://lacausamia.blogspot.com/2018/11/un-pajaro-y-un-nido-de-nazis.html
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