La causa AMIA condensa lo peor del drama argentino de los últimos 25 años. Un juez venal que violó la ley, negoció ilegalmente con testigos, fabricó pruebas, ocultó evidencia, y hasta intervino en el pago de una enorme coima a un preso para comprarle una declaración que interesaba al poder. Armó un gigantesco expediente con una historia falsa.
Algunos medios lo sabían, y negociaron con el señor juez. Otros se sumaron tiempo después, porque la fábula del magistrado les resultó funcional a sus.intereses políticos: el encubrimiento del atentado se realizó en la época en que ocurrió la masacre, pleno gobierno neoliberal de Carlos Menem, que se prolongó unos cinco años más tras la explosión. Allí se tapó todo.
Sin embargo, cuando una década después del atentado el kirchnerismo fue el enemigo a vencer por el establishment y las corporaciones, el verdadero encubrimiento desapareció como por arte de magia, y la causa AMIA se convirtió en un poderoso instrumento de persecución política. Un modelo para el "lawfare" que se perpetra también en Brasil
En los 10 años en los que el juez prevaricador -ahora destituido y enjuiciado por una cantidad de delitos- tuvo a su cargo las “investigaciones”, para la prensa y las corporaciones era “el señor juez”, y sus resoluciones eran indiscutibles. Un solo individuo, con privilegios de casta, pudo privar de justicia a cientos de familias y a todo el pueblo argentino, ocasionando un daño a esta altura irreparable. Galeano ya no es juez, pero lo suceden otros Frankensteins nacidos de la misma matriz, que utilizan la tragedia para fines inconfesables.
La causa AMIA y sus derivadas, han sido un laboratorio de ensayo de operaciones que se replican a nivel político continental. Particularmente, y en lo que a la comparación propuesta atañe, todo lo relacionado al encubrimiento del atentado y al desvío de las imputaciones hacia ciertos dirigentes políticos con fines proscriptivos, ha sido precursor en los modos de persecución desarrollados contra políticos“populistas”, sospechosos naturales merced a un juego de pinzas de las corporaciones mediática y judicial.
La actual proscripción de Lula a partir de un expediente que según respetados juristas y especialistas en derechos humanos de diversos países, no resiste el menor análisis (o que, según se publicó en The New York Times, muestra que "la evidencia contra el Sr. da Silva está muy por debajo de los estándares que se tomarían en serio, por ejemplo, en el sistema judicial de los Estados Unidos” (ver Nota en THE NEW YORK TIMES ) es una muestra más de la articulación de los poderes económicos y geopolíticos, con la casta judicial y los medios concentrados.
La nueva forma de quebrantamiento de la democracia.
Mientras en América Latina una Justicia elitista mantenga su inspiración monárquica al servicio de ricos y poderosos, y de políticas de ajuste económico y exclusión, los sectores populares continuarán en libertad condicional. Se torna impostergable una profunda y generalizada discusión sobre reforma constitucional, poder judicial, formas de democracia directa o representativa, y legitimidad de ejercicio vs. legitimidad de origen, entre otras cuestiones vitales.
Entretanto, y con una vigencia de casi un cuarto de siglo, el continuo encubrimiento y uso espurio de la masacre de la AMIA quedará en los libros como una de las páginas más infames de la historia de nuestro país, aquella que anticipó muchas de las otras desgracias venideras.
Excelente análisis. Hay que deconstruir y reconstruir el poder judicial, poder elitista y patriarcal con una lógica y metodología cuasi feudal
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